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La vida tiene su propio ritmo, pero muchas veces intentamos acelerar las cosas, forzar situaciones o controlar lo que está fuera de nuestro alcance. En el budismo aprendemos que forzar genera sufrimiento, porque nos aleja del flujo natural de los acontecimientos. Cuando dejamos de insistir y empezamos a aceptar, nace la paz. Soltar el control no es rendirse, es confiar en el momento presente. Las cosas florecen cuando están listas, no cuando lo deseamos. En este vídeo vas a reflexionar sobre por qué no forzar nada puede ser uno de los mayores actos de sabiduría. Las enseñanzas budistas nos muestran que todo tiene su tiempo y que la calma es una fuerza silenciosa. Antes de empezar, dale me gusta al vídeo, y suscríbete al canal para que no te pierdas nuestros nuevos vídeos. Enseñanza 1. No fuerces nada. El río nunca intenta empujar sus aguas; simplemente fluye alrededor de los obstáculos. Así es la sabiduría del no esfuerzo: confiar en que la vida nos llevará donde necesitemos estar sin forzar cada paso. Cuando dejamos de nadar contra la corriente, descubrimos que muchas cosas se resuelven por sí solas. El budismo enseña que el sufrimiento surge del apego al control, no de las circunstancias en sí. Aprender a distinguir entre lo que podemos cambiar y lo que debemos aceptar es el primer paso hacia la paz interior. Observa cómo los árboles se mecen con el viento en lugar de resistirlo. No se rompen porque saben ceder con gracia. Nosotros, en cambio, a menudo gastamos energías luchando contra situaciones que no dependen de nosotros. ¿Cuánto estrés podríamos evitar si, como los árboles, aprendiéramos a bailar con los vientos de la vida? La verdadera fuerza no está en la rigidez, sino en la flexibilidad que nos permite adaptarnos sin perder nuestro centro. Este es el arte de fluir. Muchas relaciones se complican porque queremos que los demás sean como esperamos. Pero cada persona es un universo único, con sus tiempos y formas de ser. Forzar los afectos es como apretar un puñado de arena: cuanto más presión ejercemos, más se nos escapa entre los dedos. El amor verdadero sabe esperar, observar y aceptar. Cuando dejamos ir nuestras exigencias, damos espacio para que las conexiones crezcan de manera orgánica y auténtica. En el trabajo o proyectos personales, la obsesión por resultados inmediatos suele ser contraproducente. Como el agricultor que riega y abona pero no puede hacer crecer las plantas tirando de ellas, nosotros debemos hacer nuestra parte y luego confiar en el proceso. La ansiedad por controlar cada detalle agota y nubla la creatividad. La vida florece cuando combinamos acción consciente con paciencia, entendiendo que algunos frutos maduran en su propio tiempo. El cuerpo nos da lecciones constantes de este principio. Un músculo forzado demasiado se lesiona; una mente sobre-exigida colapsa. Escuchar nuestras necesidades naturales de descanso, alimento y recreación es honrar el ritmo orgánico de la existencia. El budismo nos recuerda que el equilibrio no se alcanza mediante la fuerza de voluntad, sino mediante la armonía con las leyes naturales. La salud es un estado que emerge cuando dejamos de interferir con nuestra propia biología. Las emociones también piden ser vividas sin resistencia. Tratar de suprimir el miedo, la tristeza o incluso la alegría intensa crea más malestar. Como olas, las emociones crecen, alcanzan su pico y luego se disipan, pero sólo cuando les permitimos completar su ciclo. La práctica de observar sin juzgar lo que surge en nosotros desarrolla una serenidad que nada puede perturbar. Esta es la paradoja: al dejar de luchar contra lo que sentimos, encontramos quietud. Las crisis espirituales a menudo ocurren cuando insistimos en buscar iluminación como si fuera un trofeo. Pero la verdadera comprensión surge cuando dejamos de perseguirla obsesivamente. El zen lo expresa perfectamente: "Antes de la iluminación, cortaba leña y acarreaba agua. Después de la iluminación, corto leña y acarreo agua". La paz no está en lograr estados extraordinarios, sino en vivir lo ordinario con plena presencia, sin forzar nada. La sociedad moderna nos enseña a empujar, competir y esforzarnos sin tregua. Pero la naturaleza opera mediante ciclos de actividad y descanso, esfuerzo y rendición. Imitar este ritmo es vivir sabiamente. Hay momentos para actuar con determinación y momentos para soltar completamente. Saber discernir entre ambos es el arte de vivir sin esfuerzo. Cuando dejamos de nadar contra la corriente, descubrimos que la vida nos sostiene. 💡 ¡SUSCRÍBETE! 💡 ¡ME GUSTA! 💡 ¡COMPARTE! #budismo #buda #filosofíabudista