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En los extensos suburbios del norte y sur de Volgogrado, esta ciudad lineal que se estira como una arteria a lo largo del río Volga, la vida cotidiana transcurre en un ritmo pausado, marcado por bloques residenciales soviéticos, mercados improvisados y el zumbido constante del Metrotram. Con una extensión urbana de casi 80 kilómetros, los suburbios albergan a gran parte de los 992.000 habitantes de la ciudad, ofreciendo un contraste con el bullicio turístico del centro histórico. En 2025, estos barrios periféricos, como Krasnoarmeyskiy al norte o Voroshilovskiy al sur, encapsulan la resiliencia rusa: familias que equilibran trabajos industriales con tardes junto al río, todo unido por un sistema de transporte único que serpentea desde los confines periféricos hasta el corazón de la metrópoli. La configuración suburbana de Volgogrado es un experimento urbano de la era soviética, diseñado en los años 30 como una "ciudad lineal" para maximizar la eficiencia industrial a lo largo del Volga. Tras la devastación de la Batalla de Stalingrado en 1942-1943, la reconstrucción priorizó bloques de apartamentos prefabricados en las afueras, atrayendo mano de obra para fábricas de tractores y acero. Hoy, estos suburbios son un mosaico de paneles de hormigón gris, parques renovados y huertos comunitarios, donde la nostalgia por la estabilidad postsoviética se mezcla con el deseo de modernización. Aunque el centro atrae visitantes por sus monumentos bélicos, los suburbios representan "la Rusia que la mayoría no ve": un mundo de rutinas anónimas, lejos de los flashes de la Plaza Roja. Un día típico en los suburbios de Volgogrado comienza al amanecer con el aroma de borscht o pelmeni cocinados en cocinas compartidas. Muchas residentes, como las mujeres que dominan el 68% de los empleos en salud y educación local, salen de sus apartamentos en bloques de los años 60 hacia turnos en plantas químicas o escuelas. Los hombres, a menudo en metalurgia, regresan exhaustos para cenas familiares en balcones con vistas al río. Los mercados como el de Krasnoarmeyskiy rebosan de vendedores tártaros ofreciendo khinkali y kvass, mientras niños juegan en parques mejorados con iluminación LED, un avance de los últimos cinco años que ha aliviado la depresión urbana que algunos llaman "la ciudad millonaria más sombría de Rusia". La atmósfera es calmada, con un ritmo más lento que en Moscú: paseos por el malecón al atardecer, donde familias comparten anécdotas de la guerra, y fines de semana en saunas o festivales cosacos. Sin embargo, los veranos son un desafío: temperaturas de 35-40°C y enjambres de mosquitos convierten las tardes en pruebas de resistencia, mientras el clima estepario trae inviernos suaves pero ventosos. Los jóvenes, frustrados por salarios bajos –alrededor de 50.000 rublos mensuales, el más bajo entre ciudades millonarias–, sueñan con mudarse a Rostov o San Petersburgo, dejando un éxodo que envejece los barrios. A pesar de ello, la hospitalidad sureña prevalece: un vecino invita a té verde, y la diversidad étnica –rusos, tártaros, chuvash– enriquece las conversaciones en dialectos locales. Además de este tren suburbano,Volgogrado también cuenta con el Metrotram, un híbrido único entre tranvía y metro que recorre 17,3 kilómetros desde los suburbios norteños como Devyatka hasta el centro, con 22 estaciones paralelas al Volga. Inaugurado en 1984 como "tranvía de alta velocidad", incluye un tramo subterráneo de casi 7 kilómetros –el más largo de Rusia para un sistema ligero–, diseñado para sortear el tráfico en esta urbe alargada. Cada día, transporta a unos 150.000 commuters, desde obreros que parten a las 6 a.m. hasta estudiantes que regresan con mochilas llenas de libros. Un viaje típico desde un suburbio norteño dura 40 minutos: los vagones, ahora modernizados con nueve tranvías bajos Lvyonok de 2024, traquetean por estaciones decoradas con mosaicos soviéticos que evocan la victoria de Stalingrado. Para locales el tren es indispensable: "Sin él, el caos de las marshrutkas sería insoportable; nos une como el Volga". El boleto cuesta apenas 30 rublos, y aunque las vías sufren retrasos por mantenimiento, ofrece vistas panorámicas del río que convierten el trayecto en un respiro diario. En 2025, pese a ataques con drones que han afectado líneas principales, el Metrotram opera con resiliencia, un símbolo de la ingeniería postsoviética que evita el colapso urbano. #abretuventanaalmundo #ViajarEsHipervivir 🌎 Subtítulos en portugués, italiano, alemán, francés, ruso e inglés. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS Todo el material que aparece en @daceygustavo © ("contenido") está protegido por derechos de autor. ALL RIGHTS RESERVED All material appearing on the channel @daceygustavo © ("content") is protected by copyright. 👇👇👇 COMENTA Y OPINA