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Los rayos dorados del atardecer se filtraban por los amplios ventanales del penthouse en Polanco, Ciudad de México, proyectando sombras largas sobre los pisos de mármol pulido. Sofía Mendoza permanecía inmóvil en su sillón favorito, sus dedos elegantes trazando el borde de un sobre que acababa de llegar. Dentro estaba la confirmación que cambiaría su vida por completo. Su cita con el Dr. Alejandro Torres estaba programada para la mañana siguiente. Tras 12 años de silencio, había tomado una decisión que nadie en su familia conocía: someterse a una cirugía para recuperar su audición, un secreto que guardaba con celo. El cabello plateado de Sofía reflejaba los últimos rayos del sol mientras observaba las fotografías familiares dispuestas con precisión en la repisa de la chimenea. Su difunto esposo, Javier, le sonreía desde una foto de su boda tomada hace 45 años en la Hacienda de San Miguel, en Morelos. Javier había fallecido hacía 8 años, dejándola con un imperio de bienes raíces, dos hijas que se habían distanciado y un mundo envuelto en silencio tras una pérdida progresiva de audición que culminó en sordera total. María Elena, la fiel ama de llaves, apareció en la puerta, sus manos moviéndose en los patrones familiares del Lenguaje de Señas Mexicano que había aprendido cuando Sofía perdió el oído. "Tu té, señora," señaló. Sofía sonrió con gratitud mientras María Elena colocaba la taza. A diferencia de sus hijas, María Elena se había esforzado por aprender señas adecuadas en lugar de recurrir a gestos impacientes o notas apresuradas. En los 30 años que había trabajado para los Mendoza, María Elena había pasado de ser ama de llaves a la confidente más cercana de Sofía. "Gracias, María Elena," respondió Sofía con señas precisas. Dudó un momento antes de continuar. "Necesito contarte algo importante, pero debes prometerme absoluta discreción." Los ojos bondadosos de María Elena se abrieron con preocupación mientras se sentaba frente a Sofía. "Por supuesto, señora Mendoza. Siempre." Sofía le entregó el sobre. "Mañana me operan. Es un procedimiento experimental que podría devolverme el oído." María Elena, atónita, leyó los documentos médicos. "¡Pero esto es una maravilla! ¿Por qué no decírselo a las señoritas Clara y Daniela?" Inspirado por: "AFTER YEARS OF BEING DEAF, I GOT MY HEARING BACK BUT DECIDED NOT TO TELL MY FAMILY AT FIRST..."