У нас вы можете посмотреть бесплатно Mi Hijo Murió OCULTANDO ESTE PECADO… y Dios Me Mostró A SU ALMA EN EL INFIERNO или скачать в максимальном доступном качестве, видео которое было загружено на ютуб. Для загрузки выберите вариант из формы ниже:
Если кнопки скачивания не
загрузились
НАЖМИТЕ ЗДЕСЬ или обновите страницу
Если возникают проблемы со скачиванием видео, пожалуйста напишите в поддержку по адресу внизу
страницы.
Спасибо за использование сервиса ClipSaver.ru
Rosa María González, madre costurera de Guadalajara de 69 años, crió a su único hijo Javier en la iglesia, lo bautizó a los 12, lo vio convertirse en contador, casarse con Lorena y tener dos hijos, y asumió que estaba bien con Dios porque asistía fielmente a la iglesia, cantaba alabanzas y servía en finanzas, hasta que tres meses después de su muerte súbita a los 42 por infarto, Dios le mostró en visión sobrenatural que Javier estaba en el infierno reviviendo eternamente su pecado oculto: adicción a contenido inapropiado en internet, conversaciones inmorales con mujeres y encuentros secretos que mantuvo durante años sin arrepentimiento verdadero mientras fingía ser cristiano devoto. En la visión, Jesús le dijo: "Tu hijo conocía mi nombre, pero nunca me entregó su corazón; cantaba con sus labios, pero su corazón estaba lejos de mí; servía en la iglesia para alimentar su ego, no para servirme; y vivía en pecado deliberado sin arrepentimiento genuino," mostrándole momentos específicos donde el Espíritu Santo convencía a Javier de confesar pero él elegía orgullo sobre humildad, vergüenza sobre libertad, y apariencia de piedad sobre transformación real, hasta que murió planeando cómo seguir escondiendo su pecado sin haberse rendido nunca. Lorena, su viuda, confirmó todo: la adicción descubierta años antes, las promesas rotas de cambiar, conversaciones con otras mujeres, encuentros físicos con al menos dos, mentiras constantes, manipulación cuando era confrontado, y el ultimátum final que dio la mañana que Javier murió: "Busca ayuda o me voy con los niños," pero él salió furioso culpándola a ella, y esas fueron sus últimas palabras porque nunca regresó a casa vivo. Dios le mostró seis señales de advertencia que toda familia cristiana debe conocer: doble vida (actuar diferente en iglesia vs privado), secretismo excesivo con dispositivos y actividades, resistencia a rendición de cuentas profunda, enojo cuando se predica sobre santidad, justificación elaborada del pecado, y falta de transformación visible después de años profesando fe, porque la salvación verdadera siempre produce cambio de carácter y fruto del Espíritu. Jesús le dio una misión: "Te mostré esto no para destruirte sino para que entiendas la verdad y adviertas a otros, porque hay millones sentados en iglesias cada domingo viviendo exactamente como tu hijo: profesan mi nombre con labios pero corazones lejos de mí, viven en pecado secreto pensando que nadie lo sabe, y si mueren sin arrepentirse terminarán donde está tu hijo," así que Rosa comenzó a compartir su testimonio en iglesias de todo México, y docenas de hombres confesaron luchar con la misma adicción, esposas reconocieron las señales en sus esposos, y padres aprendieron a no asumir que asistencia a iglesia equivale a salvación genuina. Mensaje central: el pecado sexual secreto nunca permanece secreto ante Dios; cada vez que caes tu corazón se endurece, tu conciencia se cauteriza, y tu sensibilidad al Espíritu Santo disminuye hasta llegar al punto más peligroso donde ya no sientes convicción; pero todavía hay esperanza si buscas ayuda hoy: confiesa a alguien de confianza, sométete a rendición de cuentas rigurosa, y ríndete completamente a Jesús sin reservas, porque la gracia de Dios es real y su poder para transformar también, pero solo funciona cuando hay arrepentimiento verdadero que dice "no puedo hacer esto solo." Si este testimonio te confronta, no endurezcas tu corazón, no pospongas tu decisión, no pienses que tienes más tiempo, porque Javier pensó lo mismo y la muerte llegó sin aviso; hoy es el día de elegir vida, libertad y a Jesús completamente, porque tu alma eterna depende de esa decisión y ninguna apariencia de piedad salvará a quien vive en pecado deliberado sin transformación real.