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Argentina ha decidido dar marcha atrás en su reclamo sobre el control del Estrecho de Magallanes, un paso marítimo clave que une los océanos Atlántico y Pacífico. Esta decisión, que implica la derogación del Decreto 457/2021 emitido durante el gobierno de Alberto Fernández, marca un hito en las relaciones bilaterales entre ambos países y reafirma la soberanía chilena sobre este estratégico corredor, reconocida desde hace más de un siglo. Pero, ¿qué qué motivó a Argentina a dar este paso? La soberanía de Chile sobre el Estrecho de Magallanes está sólidamente fundamentada en el derecho internacional. El Tratado de Límites de 1881, firmado entre Chile y Argentina, estableció que el estrecho pertenece íntegramente y totalmente a Chile, un acuerdo que fue ratificado posteriormente por el Tratado de Paz y Amistad de 1984. Estos tratados, fruto de negociaciones históricas en las que Chile cedió vastos territorios en la Patagonia, a cambio de la exclusividad sobre el estrecho, es decir hay un tratado que sustenta la posición chilena. Por lo tanto, la renuncia de Argentina a su Reclamo sobre el Estrecho de Magallanes, no hace más que alinear su postura con lo que ya estaba estipulado, es mas... La mera pretensión de Argentina sobre el Estrecho de Magallanes, ya viola el tratado y es interpretado como una agresión en contra de Chile. ¿Qué motivó a Argentina a dar este paso? El gobierno argentino, ahora liderado por Javier Milei, parece haber optado por un enfoque pragmático y conciliador. El Decreto 457/2021, que sugería un “control conjunto” del Estrecho de Magallanes y el Mar de Drake, fue visto en Chile como una amenaza a su soberanía y provocó una inmediata protesta diplomática. Tras años de presión chilena, Argentina reconoció que su planteamiento carecía de sustento jurídico. Este cambio de rumbo fue motivado por la necesidad de mejorar las relaciones bilaterales y evitar un desgaste diplomático, en un momento en el que Argentina enfrenta desafíos económicos y de credibilidad internacional. La administración Milei busca proyectar una imagen de respeto al derecho internacional, alejándose de las políticas expansivas de gobiernos anteriores. En Chile, la noticia ha sido recibida con satisfacción y con cierta cautela. La defensa de la soberanía sobre el Estrecho de Magallanes es un tema de seguridad nacional para Chile, dado su valor estratégico como vía de navegación y su proyección hacia la Antártica.. Si bien el gobierno y la ciudadanía Chilenos, valoran este gesto argentino como un paso hacia la estabilidad bilateral, persiste una percepción histórica de desconfianza hacia las intenciones de Argentina en la zona austral, alimentada por episodios como la construcción de un puesto militar en territorio chileno en 2024, los paneles solares. Para muchos chilenos, el giro Argentino es una victoria diplomática. A nivel global, esta decisión ha sido interpretada como un movimiento positivo hacia la resolución pacífica de disputas territoriales. Países con intereses en la región, como Estados Unidos —cuya embajadora en Chile reafirmó en 2024 la soberanía chilena sobre el estrecho—, han respaldado tácitamente el respeto a los tratados existentes. Algunos analistas sugieren que este gesto también podría ser un intento argentino, de ganar credibilidad diplomática considerando que Argentina históricamente ha mantenido una aspiración geopolítica de proyectarse hacia el Pacífico y fortalecer su influencia en la región austral, incluyendo el acceso a rutas marítimas clave. El Estrecho de Magallanes, para Argentina ha sido visto como una “puerta” que podría complementar sus intereses en el Atlántico y la Antártica. Sin embargo, esta renuncia parece obedecer a una evaluación realista: El costo político y diplomático de insistir en un reclamo hacia el Estrecho, sin una base legal era sumamente perjudicial. Para Chile, esta decisión consolida su control indiscutido sobre el Estrecho de Magallanes, fortaleciendo su posición como actor clave en las rutas bioceánicas y su proyección antártica. Es una reafirmación de su soberanía y un mensaje claro de que cualquier desafío será respondido con determinación. Además, reduce las tensiones bilaterales, abriendo espacio para una cooperación más fluida en temas como comercio y seguridad. Argentina, por su parte, gana en términos de imagen internacional y estabilidad regional. Al retractarse, evita un conflicto prolongado con Chile, un vecino con el que comparte una extensa frontera, y asi Argentina puede redirigir sus esfuerzos hacia prioridades internas urgentes, como la crisis económica. Para los chilenos, es una confirmación de algo ya estipulado; para Argentina, un ajuste pragmático que privilegia la realidad, sobre la ambición. En un mundo donde las disputas territoriales suelen escalar, este giro demuestra que el respeto mutuo y el derecho internacional aún tienen peso en el Cono Sur.