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[Estrofa 1] Llegaron un día, con risas tan nuevas, trajeron la luna en un simple mirar. Sus manos pequeñas tejieron estrellas, y el tiempo cansado volvió a caminar. [Estrofa 2] El patio aún suena con juegos y cuentos, la casa respira su voz de cristal. Sus pasos resuenan en viejos momentos, y el alma sonríe solo con recordar. [Estrofa 3] Contaban historias de dragones y hadas, soñaban sin miedo, corrían sin fin. A veces sus ojos curaban las cargas, con solo mirarme decían: "Estoy aquí." [Pre-coro] Y yo, tan viejo, tan lleno de dudas, aprendí de ustedes a volver a reír. Hoy junto dibujos, muñecos y lunas, y escribo su nombre para no partir. [Coro] Y su voz… me abraza en la brisa, acaricia mi sombra cuando cae el sol. Me dice: “No temas, que la vida avisa, que solo se pierde quien olvida el amor.” Nietos, llegaron volando, dejando en mis manos su luz y color. [Estrofa 4] Guardaban en bolsos caricias y juegos, recuerdos que huelen a campo y miel. Hablaban de mundos pintados de sueños, de un cielo que empieza bajo un carrusel. [Estrofa 5] Les debo las risas que llenan la casa, las veces que curan solo al abrazar. Les debo las ganas, les debo la gracia, y el arte de amar sin miedo a dudar. [Coro] Y su voz… me abraza en la brisa, como una canción que no sabe morir. Me enseña que el alma no tiene ceniza, que quien se ama nunca va a partir. Nietos, maestros de juegos y vida, a veces los veo en un sorbo de anís. [Puente / Cierre] Y cuando las noches se olvidan del alba, y el mundo me pesa de tanto correr, me visto de cuentos, respiro su calma, y escribo estas líneas para no caer. [Cierre] Ya ven, mis tesoros, la vida camina, a veces se pierde, a veces se halla. Pero cuando el frío me muerde la vida, recuerdo sus manos, sus voces, su talla.