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La descripción de la ruta aparece en la grabación del video en una voz en off (propia), en muchos fotogramas he dejado el sonido ambiental externo, que refleja la situación climatoloógica tan adversa en la cima. Ascensión circular al Moncayo: Ascenso a la cima por la ruta normal (itinerario Ag-1 del Parque Natural y descenso por el Collado de Castilla). La ruta comienza en el aparcamiento de Haya Seca, a las 9:17 h., a 800 metros por pista forestal del Santuario del Moncayo. Desde el Santuario del Moncayo (1610 m.) tomamos el sendero AG-1 del parque natural, que transcurre entre un bosque de pino silvestre en los primeros metros, y pino negro a mayor altitud. El camino deja el bosque atrás y asciende zigzaguente entre vegetación almohadillada y canchales de roca suelta. Bordeamos el circo de San Miguel, y pasamos por la famosa " Escupidera", que la hace tan complicada en invierno en condiciones de ventisca, nieve y hielo. Alcanzamos el Cerro de San Juan (2.279 m) y continuamos hasta la cima del Moncayo o cima de San Miguel (2.315 m), donde se localiza la cruz con la imagen de la Virgen del Pilar y un vértice geodésico. La subida ha sido no especialmente dura, considero que moderada, pero las condiciones medio ambientales en la cumbre eran muy muy adversas. Fuertes vientos y una espesa bruma o niebla se han cernido sobre nuestras cabezas; haciendo que tuviéramos una percepción de cierta peligrosidad. Ya sabíamos que el Moncayo, por ser una sierra aislada, en su cima es habitual la presencia de fuertes vientos y bajas temperaturas en cualquier época del año, ¡Pero no esperábamos condiciones tan adversas, casi de pleno invierno! El Moncayo, con sus 2.315 m de altitud, la máxima elevación del Sistema Ibérico y su posición aislada en el entorno, intercepta buena parte de los frentes nubosos que, procedentes del Atlántico, se encauzan por el valle del Ebro. ¡Ya subiendo, se atisbaba como la niebla se iba cubriendo la cumbre! El viento, el cierzo, ya soplaba en el Santuario, pero arreciaba notablemente conforme íbamos tomando altura. A las dos horas de la partida, 11:17h, habían saludado a la santina, habíamos subido raudos, sin paradas, y en dos horas estábamos en la cima. Nos tomamos a pecho la ascensión sin detenernos en ningún momento a descansar quizá porque el viento arreciaba conforme ascendíamos, y no apetecía pararnos. Una vez en la cima, momentos de tensión generados por la catabática ventisca que amenazaba con convertir en volatines a los allegados y al grupo de jóvenes feligreses que repintaba la columna pilarista. Las condiciones aconsejaban abreviar el trámite fotogénico, y conjurar la amenaza emprendiendo el descenso por el sendero pedregoso apenas visible entre jirones de espesa niebla en dirección al Collado de Castilla y siguiendo la ruta circular descendimos, no sin dificultades, en dirección oeste, por fuerte pendiente, hasta el Collado de Castilla (1.949 m). ¡Conforme descendíamos, el aire amainaba! A mitad de la rauda acometida en el cambio de vertiente y cerca de la divisoria de comunidades las rogativas debieron surtir efecto toda vez que pudo empezar a saborearse la calma y la visibilidad. Al fondo, la espesa vegetación de piornos, a moda de verde y tupido alfombrado, reivindicaba su nicho ecológico al dominio silíceo. En este punto giramos hacia el Norte, entrando en el bosque. Continuamos bajando hasta la cota 1.830 m, punto en el que se toma un sendero a la derecha que, llaneando, se dirige al este, pasa por las inmediaciones del mirador de Punta Nariz, entre pinares y gleras, en solanas con vistas a los poblados detentados por míticas entidades, como Los Fayos. En un recodo encontramos al dueño, Javier Meléndez, de la librería más antigua de Aragón sita en Tarazona. Su apasionada vocación como botánico no tardó en aflorar. Ilustró pronto a los presentes poniendo en conocimiento de las mentes inquietas las especies que afloraban in situ, arándanos, piornos, cerezos silvestres, madreselva. Encontró la planta más venenosa del mundo, el acónito, de hojas estrelladas, superior en toxicidad al estramonio, al beleño y a la cicuta. A continuación, atravesamos un espectacular bosque primario, bosque teñido de pinos negro y silvestre, hayas, algunos robles empiezan a aparecer, propios de cotas más bajas, serbales de cazadores, con sus gruesos racimos de frutos rojos codiciados por los pájaros, acebos, algún tilo y abedules. Al finalizar esta senda finalizamos nuestra ruta, llegando de nuevo a nuestro punto de partida, Haya Seca (1.570 m). La duración 4:17 h (4 horas y 17 minutos), 9,9 Km recorridos y desnivel aproximado de +- 807 m. , nos llevó terminar la circular de abrazo por la cintura a la mole moncaína que tan sugestivas vivencias nos suscitó.