У нас вы можете посмотреть бесплатно Mensaje de Héctor García en el Día Mundial de la EM 2014 или скачать в максимальном доступном качестве, видео которое было загружено на ютуб. Для загрузки выберите вариант из формы ниже:
Если кнопки скачивания не
загрузились
НАЖМИТЕ ЗДЕСЬ или обновите страницу
Если возникают проблемы со скачиванием видео, пожалуйста напишите в поддержку по адресу внизу
страницы.
Спасибо за использование сервиса ClipSaver.ru
Soy Héctor García Caballero. Tengo esclerosis múltiple desde 1983. Soy cuadrapléjico. Necesito ayuda para todo lo que hago, pero eso no ha impedido que yo siga aprendiendo y trabajando. Mi objetivo es que más personas conozcan sobre la esclerosis múltiple, personas de todo tipo, y que así mejore la calidad de vida de quienes tenemos la enfermedad. La asociación Esclerosis Múltiple México A.C. (EMMEX) me confió el encargo de representar a las personas con EM de mi país, y eso me ha brindado nuevas experiencias y mayores horizontes para lograr mis objetivos. Esta es mi historia Un día de 1983, a los 19 años de edad, mientras iba manejando, mi brazo izquierdo soltó el volante y cayó a mi costado. No pude levantarlo hasta que pasaron unos minutos. Se repitió esa pérdida de fuerza y con el paso de los días aumentó hasta que no pude moverlo en absoluto y perdí la sensibilidad: lo único a que reaccionaba mi brazo era frío o calor pero no podía distinguir ni formas ni texturas. Me hospitalizaron un mes pero no hubo diagnóstico y cuando mi brazo se recuperó volví a mi actividad. Cursé mi carrera y aunque pensaba en las posibles causas de mi desorden, nunca le di importancia, hasta que poco antes de mi titulación comenzaron a flaquear mis piernas. El calor era mi enemigo. Mi pierna izquierda no seguía el paso de la derecha. Mi cuerpo no mantenía la vertical, y la repetición de los síntomas me llevó nuevamente con el neurólogo. Un día dejé de ir a la clínica veterinaria donde recibía a mis pacientes, donde hice muchos amigos y donde pasé varios años de mi vida. Me recluí en un departamento de la Ciudad de México. Vivía con mi madre y por temporadas estaban ahí también algunos de mis sobrinos o mis hermanas. Descubrí que tenía muchas horas libres y aparte de la televisión me quedaba sólo el internet para ocuparme. Con lo poco que podía mover los dedos usaba la computadora y con lo lenta que era la conexión LAN que usaba la línea de teléfono, podía visitar algunas páginas web, buscar fotografías, ocasionalmente ver videos y -lo mejor- charlar con otras personas. La doctora Teresita Corona, actual directora del Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, era mi médica y estábamos en México apenas aprendiendo las maravillas que ofrecía la imagen de resonancia magnética. Pocos habíamos sido diagnosticados con esclerosis múltiple después de que se nos hiciera una RM. Ya era casi 1989. Esa vez regresé a casa con una pierna rebelde que perdía el paso, y con dos palabras en qué pensar: esclerosis múltiple. No me detuve a pensar. No hice cambios en mi rutina y traté de vivir mi vida como todos. Ejercía la medicina con tal vez mucha pasión y no cultivé relaciones de pareja. Yo asumía que no temía por el futuro, pero fui muy cauteloso para hacer compromisos. Años después, la pierna reclamó un bastón para ayudarse, pero yo le di también algunas horas de ejercicio en la "Guay". Algunas mañanas, al amanecer, nos metíamos mi pierna y yo a la alberca de la YMCA que está sobre Ejército Nacional, en el Distrito Federal. Y nos hacía tanto bien nadar que a veces dejábamos olvidado el bastón en la regadera. Tuve algunas caídas, era más torpe y lento. Por otras causas y quizá una vez como resultado de que al caer mi pecho se estrelló contra el piso, tuve cuatro neumotórax espontáneos repartidos en un periodo de 12 años, ya con la esclerosis múltiple. Un neumotórax es la 'ponchadura' del pulmón; esa bolsa que alimenta de oxígeno a nuestra sangre se desinfla y queda apachurrada sin permitir la entrada ni la salida de aire. Con un solo pulmón, respirando a la mitad de lo normal, me internaban de urgencia y los médicos inflaban de nuevo mi pulmón. Luego de mi cuarto neumotórax apareció en mi vida diaria un andador ortopédico. Los 21 días en cama ayudaron a que mis piernas perdieran condición. Ya era 1999. Mi andar era lento y difícil; requería ayuda para muchas cosas pero aún trabajaba y salía en compañía de amigos, hasta que alguien tuvo la idea de regalarme una silla de ruedas para que me fuera más fácil ir de la casa a la clínica; pero nunca pude usar yo solo la silla. Mis manos no tenían la fuerza necesaria, así que alguien debía empujarme. Después, un día que no tengo bien ubicado en la memoria, ya no salí más a trabajar. Mi instrumental, mi mesa de trabajo, mi equipo de veterinario fueron guardados y con los años dejaron de estar ahí: algunos los vendí, otros se hicieron viejos, las jaulas de los perros quedaron en manos de amigos y hoy sólo conservo mi maletín en lo alto de un clóset. Miembro de la Asociación Mexicana de Esclerosis Múltiple I.A.P. Director de ZOE Esclerosis Múltiple de Morelos A.C. Enlace de México con el Comité Asesor de Personas con EM (PMSAC) de la MSIF