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El cuádriceps está compuesto por la confluencia de cuatro músculos: recto femoral, vasto medial, lateral e intermedio. Este músculo forma parte del mecanismo extensor entre los que se encuentran: el propio cuádriceps, rótula, tendón rotuliano y tuberosidad anterior. El cuádriceps se estrecha de tres a cinco centímetros de su inserción en la rótula y sus fibras continúan en el borde anterior de este hueso sesamoideo y parte del tendón rotuliano. El vasto medial se divide en dos grupos el oblicuo y largo, las fibras de este músculo se extienden al borde patelar superomedial. El vasto lateral termina más proximal que el medial y se transforma en tendón a tres centímetros de su inserción en la rótula en su borde superolateral. El vasto intermedio es el más profundo de los tres músculos y sus fibras se insertan en el borde superior de la rótula, en estrecha relación con los vastos medial y lateral, los que además contribuyen a formar los retináculos de igual localización. La vascularización del cuádriceps, está dada por tres arcadas, la medial irriga el tendón medial, la lateral se encarga de la parte más externa y del polo superior de la rótula. El anillo vascular peripatelar está localizado en la profundidad del vasto intermedio y la cápsula y se encarga de la irrigación del centímetro distal del tendón. La zona más hipovascularizada está de uno a dos centímetros de su inserción de la patela. La incidencia de rotura del cuádriceps está estrechamente vinculada con la edad y algunas enfermedades. Es más frecuente en el sexo masculino que el femenino en una razón de 8 a 1 y después de los 40 años de edad. Existen una serie de factores predisponentes entre los que se encuentran: presencia de enfermedades renales, Diabetes Mellitus, hiperparatiroidismo, artritis reumatoide, Lupus Eritematoso Sistémico, hiperuricemia, osteomalacia, infección, obesidad, uso de esteroides locales y sistémicos, edad por encima de los 40 años, antecedente quirúrgico de liberación del retináculo lateral y presencia de inestabilidad patelofemoral. El mecanismo de producción es de tipo directo o indirecto, este último es el más frecuente y es debido a la contracción asincrónica del músculo. El diagnóstico está basado en tres pilares, los antecedentes de trauma, el cuadro clínico y los exámenes imagenológicos. Las modalidades de tratamiento pueden ser conservadoras o quirúrgicas, esta última reservada para pacientes con roturas completas e incapacidad para la extensión de rodilla. La técnica quirúrgica está en dependencia del tiempo de la rotura y de la localización. Dentro de las complicaciones más reportadas se encuentran: debilidad para la extensión, imposibilidad de retornar a la actividad deportiva previa, dolor posoperatorio y la re-rotura del tendón.