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La amigdalitis o anginas es la inflamación de las amígdalas, dos almohadillas de tejido con forma ovalada que se ubican sobre ambos lados de la parte posterior de la garganta. La amigdalitis puede ser causada por un virus o por una bacteria y afecta comúnmente a niños entre las edades de preescolar y mediados de la adolescencia. Si bien la amigdalitis suele aparecer en los meses de invierno, puede darse en cualquier época del año y los síntomas más usuales incluyen inflamación de las amígdalas, manchas blancas o amarillas en las amígdalas, inflamación de los ganglios linfáticos, dolor de garganta, dolor o dificultad al tragar, tos, dolor de cabeza, ojos y oídos, fiebre, dolores en el cuerpo, escalofríos, congestiones nasales y ulceraciones. En los niños pequeños, que no son capaces de describir cómo se sienten, los signos de amigdalitis pueden incluir también babeo, producto de la dificultad al tragar, rechazo a la alimentación e irritabilidad poco frecuente. En los casos de amigdalitis aguda, es posible que la superficie de la amígdala presente un color rojo brillante y visible, con áreas blancas o estrías de pus. La amigdalitis puede o no ser contagiosa, dependiendo de la causa. Si el origen es viral, por lo general será contagiosa, aunque dependerá de si la persona ha estado expuesta al virus anteriormente. En caso de que la causa de la amigdalitis sea una bacteria, también será contagiosa. Por el contrario, si la amigdalitis es crónica o causada por una condición continua, como la sinusitis o rinitis alérgica, es probable que no sea contagiosa. Para evitar el contagio, es importante practicar una buena higiene personal. Enseñe a su hijo a lavar sus manos con frecuencia, especialmente después de ir al baño y antes de comer, y evite que comparta alimentos, vasos o utensilios. Además, para impedir la propagación de una infección bacteriana o viral, es conveniente que pregunte a su médico cuándo está bien que su hijo regrese a la escuela, que enseñe a su niño a toser o estornudar en un pañuelo de papel y que acostumbre a su hijo a lavarse las manos después de estornudar o toser. Si bien la gran mayoría de las personas logran recuperarse por completo, con o sin medicación, si la amigdalitis causada por una bacteria no se trata adecuadamente, o si el tratamiento antibiótico es incompleto, existen posibilidades de contraer fiebre reumática. Incluso, es factible sufrir un trastorno inflamatorio de los riñones, que podría traducirse en la eliminación inadecuada de desechos y el exceso de fluidos de la sangre. Generalmente, una prueba rápida puede indicar si las bacterias estreptococos están presentes, o si la infección se debe a un virus. Si la prueba para la faringitis estreptocócica es negativa, su médico querrá confirmar este resultado mediante la realización de un cultivo de 24 horas. De esta manera, si el origen de la enfermedad es una infección bacteriana, su médico le recetará un tratamiento con antibióticos. La penicilina por vía oral durante 10 días es el tratamiento antibiótico más comúnmente prescrito para la amigdalitis causada por estreptococos. Si su hijo es alérgico a la penicilina, su médico le recetará un antibiótico alternativo. El tratamiento para reducir el malestar de los síntomas de la amigdalitis incluye también el alivio del dolor mediante el uso de anti-inflamatorios y medicamentos para bajar la fiebre, como el paracetamol, acetaminofeno y el ibuprofeno. Afortunadamente, en el 40% de los casos, los síntomas se resuelven en tres días, y dentro de una semana en el 85% de las personas. Por último, tenga en cuenta que para aliviar el dolor de garganta es importante que los líquidos que consuma estén templados o muy fríos. Asimismo, hacer gárgaras con agua tibia con sal, o succionar pastillas que contengan benzocaína o ingredientes similares, ayudarán también a calmar el malestar.