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Agarrados Por su Amor. Pastor Javier Bertucci (Domingo 16-01-2011)

Con una profunda reflexión acerca del lugar preeminente de Jesucristo en la vida de la Iglesia, inició este transformador mensaje desarrollado por el Pastor Javier Bertucci, la mañana del domingo 16 de enero. Un especial ambiente del Espíritu se hizo sentir, permitiendo experimentar la realidad del amor de Jesús, expuesto en la predicación. Desde el principio y hasta el final, la dulce presencia del Señor pudo percibirse, renovando los corazones y trayendo frutos de salvación y vida eterna. La motivación para orar tanto tiene que ser acercarte más a Jesús. La iglesia ha pedido mucho la revelación de Jesús, o el conocimiento de Jesús, y se ha quedado con las doctrinas, énfasis y conceptos de la iglesia organizada. El centro de nuestra fe es la prosperidad, santidad o liberación, si no que el centro de la fe de la iglesia debe ser Jesús. Si ese no es el centro, entonces, ya no es la iglesia de Jesús. Esta solo ama a Jesús. Respeta a sus siervos; pero ama entrañablemente a Jesús y todo lo que hace es por Él. Lo más importante, entonces, es conocer el amor. Todos responden al amor; hasta los animales más violentos responden al amor. Dios es amor y es nuestro creador. Dejó esa parte dentro de nosotros para ser abordada solo por Él. Jesús amó a la humanidad antes que ella le amara a Él. Jesús te amó a ti, antes que tú le amaras a Él. Cuando entendemos lo que Jesús ha hecho por nosotros, dejamos de quejarnos y vemos que no hay nada mayor que lo que Él hizo por nosotros. Juan 17:5 "Ahora pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese".  "Jesús dejó su Reino y su Gloria por nosotros, para venir a morir en un cuerpo mortal por cada uno, ¿y se nos hace a nosotros difícil dejar el mundo, la envidia, la maldad en los pensamientos habiendo Él dejado su Gloria? Con todo, Él no te está pidiendo que dejes cosas buenas, si no lo que malo. Entonces, si el dejó lo bueno ¿por qué no puedes dejar lo malo?" Amamos más al mundo que a Jesús, porque no hemos conocido el gran amor de Jesús. Jesús es incondicional. Las condiciones están puestas para las promesas, pero no para la salvación y la relación con Dios. El motor de todo lo que hizo Jesús en la tierra fue amor. Queremos conocer al Jesús que sana los enfermos, al que echa fuera los demonios, pero mejor es conocer al Jesús que ama, porque es el motor del plan de salvación. Él que te sostiene es ese Jesús de amor y que nunca te dejará aquel que dijo: "...y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo..." (Mateo 28:20). Aunque tú lo has dejado muchas veces, Él ha prometido estar contigo siempre. Lo que Él dejó por nosotros no se compara con lo que tú dejaste. La Gloria del cielo que El dejó no se compara a los pecados de la tierra. Hasta que tú no entiendas que lo que te "agarró" fue el amor de Jesús pensarás que Evangelio es una pesada carga y así lo vivirás. Aun cuando la mejor vida es esta, con el amor de Jesús. "Déjate envolver por el amor de Jesús". Efesios 3:17-18: "para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios". ¡Nadie puede ser lleno de la Plenitud de Dios sin conocer el amor de Cristo!  Porque el amor de Cristo es el que me capacita para recibir la plenitud de Dios; por eso, hay gente que sigue necesitando cientos de cosas para ser feliz. Hasta que no entiendas que el amor de Cristo te llena con más y mejores cosas que nada sobre la tierra, necesitarás muchas cosas para suplir este amor insustituible. A cualquier cosa en la tierra, el amor de Cristo le quedará grande. Siempre las cosas de la tierra te darán satisfacciones temporales, pero nunca un desarrollo, una plenitud. Por eso hay gente que lo tienen "todo", aparentemente; sin embargo, siguen amargados. Solo el amor de Cristo trae plenitud.