У нас вы можете посмотреть бесплатно 40 años después...(Sánchez, Townsend, Villanueva y Prialé en Testimonio de Hildebrandt). или скачать в максимальном доступном качестве, видео которое было загружено на ютуб. Для загрузки выберите вариант из формы ниже:
Если кнопки скачивания не
загрузились
НАЖМИТЕ ЗДЕСЬ или обновите страницу
Если возникают проблемы со скачиванием видео, пожалуйста напишите в поддержку по адресу внизу
страницы.
Спасибо за использование сервиса ClipSaver.ru
40 años después por Percy Vilchez Salvatierra. En 1980 se produjeron las columnas basálticas de la ruina política que padecemos en la actualidad. La ruptura ideal de una izquierda que nunca tuvo ninguna idea de lo que es el gobierno ni la gestión amplificó el desbande criminal de la izquierda radicalizada en el partido comunista y terrorista que es Sendero Luminoso, el ascenso al poder del inmensamente mediocre partido que siempre fue Acción Popular, la irrupción de movimientos minúsculos y oportunistas que luego recrudecerían sus prácticas ya empoderados por el infierno anti cívico y anti peruano de los años noventa, etc. Todos estos sucesos aun hacen sentir sus consecuencias negativisímas para la escena política pero, sobre todo, considero que el cisma y envilecimiento absoluto del partido aprista peruano luego de la muerte de Haya de la Torre fue la nota mayor. 40 años después, la política peruana ha descendido al nivel intelectual de los protozoos (el inminente 2021 que impide la postulación de compatriotas de primer orden y la exhibición de inmensurables descerebrados es la muestra infamante que comprueba este aserto). Ética y programáticamente, la devaluación y debacle de la sociedad peruana y sus “representantes” políticos no merece ni siquiera una mención que no esté contenida en todos los extremos de la diatriba y la amonestación, inclusive, la abominación. En este fragmento ( ) del debate producido luego de la muerte de Haya, Sánchez da cátedra de lucidez y autoridad y Townsend es corrosivo, brillante y ético como corresponde a su importante figura tan maltratada por el olvido, el desinterés y la bajeza. Oírlo es un indicativo de lo valioso que es el pensamiento y la dignidad en la vida, quizás no sean razones suficientes para obtener el poder pero debe dar satisfacción, al menos, al individuo que se comporta de acuerdo a un código propio que hiciera de estas dos características sus bases. Desde aquellos años se hundió todo pues se prefirió el populismo antes que la inteligencia, la apariencia antes que la realidad, el embuste antes que el develamiento de la verdad: una desgracia para el país. Se prefirió, cómo no, el feeling de izquierda antes que la serenidad y el equilibrio inclusive dentro del viejo partido del gran trujillano con los consabidos efectos terribles que tuvo el primer gobierno de García quien nunca debió acceder al poder habiendo personajes como Townsend que eran muy superiores en todos los sentidos. El Perú gestó a pulso su tragedia desde aquellas épocas y Fujimori solo remató y amplificó los usos necios de aquellos sin brillo para la conducción de un país que sigue necesitando de dirección. Villanueva fue un gran tipo valiente y un hombre de carácter, sí, sin duda alguna, pero fue cegado por la vanidad y la intransigencia. Quería, por ejemplo, valorar en primer lugar a “El Antimperialismo y el Apra”, en lugar de toda la obra de Haya, tan llena de contradicciones y matices, como era la postura del viejo Luis Alberto Sánchez, etc. En fin, Townsend era más inteligente pero prevaleció Villanueva, que, todo debe ser dicho, no era un hombre del nivel de Townsend, y, luego, Alan. Luego, solo han perdurado las ruinas y el silencio de la inteligencia en los predios del ejercicio del poder en el Perú. Esta discrepancia entre Townsend y Villanueva recuerda, guardando las distancias, la pugna entre Trotsky y Stalin y, lamentablemente, nos demuestra lo mismo, al final prevalece el hombre de la política minúscula, el hombre de partido y no el intelectual o el pensador. Mayores razones para persistir en la rebeldía no puede haber. El poder, al final, lo puede ejercer cualquier imbécil pero quedan las ideas y los gestos de aquellos que se han opuesto a este facilismo, a esta irreversible condicionamiento de la sociedad actual tan plenamente idiotizada que podría justificar todas las formas de pesimismo respecto del futuro de la especie humana pero que aún puede procurar un despertar y un cambio, expuesto sea este extremo solo por entereza y por hacer una exhibición de optimismo. En fin, estos viejos nos pueden enseñar que el poder no solo se busca para la satisfacción personal sino para dar corporeidad a las esperanzas de un pueblo entero y, también, para honrar a los luchadores sociales y a los individuos que se han preocupado en tratar de hacer un país mejor aun en la hora de sus muertes, es decir, a aquellos que nos han antecedido en el camino por la libertad genuina del mundo, en general, y, en particular, de nuestro país. Quien ha escrito estas líneas no tiene más posición política que el ejercicio libre de su propio pensamiento y la absoluta convicción de que solo su propio pensamiento le justifica a no supeditarse jamás a ninguna forma de ideología que sea distinta a su propia reflexión.