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Sora 2 ha llegado para cambiar nuestras vidas. Y no de una manera positiva. Vivimos en un mundo repleto de mentiras y las de este personaje, el principal responsable del boom de la inteligencia artificial, son las peores. Sam Altman miente más que respira y, por eso, voy a centrarme en dos de sus mentiras para explicar por qué Sora 2 es la innovación más peligrosa de 2025, y para contarte cuáles son las verdaderas y preocupantes intenciones de la empresa detrás de ChatGPT, OpenAI: una empresa que tiene un objetivo, sólo uno, y ya te digo yo que no es el de que pagues el premium de 20 cucufloros de ChatGPT. Primero quiero hablarte de la mentira más reciente de Sam Altman y, después, de otra que dijo hace mucho más tiempo, la peor de todas, porque estas dos mentiras están conectadas y resumen perfectamente a este personaje que, olvídate de Cook, Bezos, Musk o Trump, no te confundas: este personaje es el villano por excelencia de nuestros tiempos, y la persona que más va a cambiar, a peor, nuestra sociedad en los próximos años. Y lo peor es que no entiendo cómo a nadie parece importarle esto. La mentira más fresca la tenemos en el comunicado que, horas después del lanzamiento de Sora 2, publicó Sam Altman, el CEO de la startup más valiosa del mundo, una persona que de ninguna manera se esperaba que nada más lanzar su nueva aplicación los vídeos más populares fueran a ser cosas como Michael Jackson y Prince comparando sus funerales, un desembarco de Normandia protagonizado por Pikachu o un episodio de South Park hecho por un fan y que, sinceramente, es imposible distinguir de un episodio original. Evidentemente, a los dueños de las grandes corporaciones (y a los herederos de Stephen Hawking, 2Pac o la reina Isabel) no les hizo mucha gracia esto de poder crear futuros distópicos, y parece que a Altman esto le pilló por sorpresa. Que no se lo esperaba y, por eso, 24 horas después de lanzar Sora 2, anunció que se mejoraría la vigilancia de los vídeos que violasen derechos de autor y blablabla. La verdad, evidentemente, es otra. Sam Altman sabía perfectamente que todos esos Stephen Hawkings y demás memes con caras familiares serían la campaña de publicidad perfecta, y gratuita, que necesitaba Sora 2. No tengo pruebas, tampoco dudas y lo que sí tengo, y en gran cantidad, son precedentes. Pasó lo mismo con el lanzamiento de ChatGPT 4, a Sam Altman le pilló por sorpresa que el NYT le demandase porque la IA básicamente pegaba artículos del periódico copiados palabra por palabra. Pasó lo mismo con su generador de imágenes, DALL-E, de la misma compañía: aluvión de imágenes generadas por fans, de entrañables Super Marios Talibanes y cosas por el estilo, todas con copyright, y, poco después, un Altman sorprendido anunciando que se tomarían medidas al respecto .Y pasó lo mismo con el lanzamiento del asistente de voz de OpenAI, con una Scarlett Johansson diciendo que por qué cojones estáis usando mi voz si cuando me pedisteis permiso os lo negué, etc No es que Sam Altman tire la piedra y esconda la mano, sino que la tira, le dicen que no está bien tirar piedras, pide perdón y, meses después, vuelve a tirar otra piedra. Este hombre sólo tiene un objetivo, y está convencido de que ese fin justifica todas las piedras posibles, porque, y esto es importante y mucha gente no termina de entenderlo, todos estos vídeos no están dirigidos a ti ni buscan convencerte de que uses Sora 2. Estos vídeos están dirigidos a otras personas mucho más poderosas y de las que te hablaré de inmediato, porque antes tenemos que entender cuál es el objetivo real de Sam Altman, y para ello tenemos que echar un vistazo a la primera mentira de todas, escrita durante la fundación de OpenAI (una empresa, por cierto, que se llama así porque inicialmente dijeron que no querían ganar dinero, que todo lo que sacasen sería de código abierto. Por mucho menos Facebook cambió de nombre, no sé, deberían tener un poco de vergüenza y rebautizarse como ClosedAI o TrendingAI, yo que sé. A la gente ya se le ha olvidado que en 2023, cuando Sam Altman era CEO de OpenAI, su consejo de administración le echó a la calle como a un perro sólo para volver a ser CEO un par de días después y, con el tiempo, conseguir que todo el consejo de administración abandonase la empresa. A la gente se le ha olvidado que este hombre, que se pasea por San Francisco a bordo de su McLaren y, en petit comite, bromea con una reportera sobre la posibilidad de convertirse en el primer billonario del mundo, asegura que no está interesado en hacer dinero con OpenAI. Es que te tienes que reír si de verdad pretende que le creamos. Este señor de aquí podrá repetir todas las veces que quiera que sueña con un mundo sin pobreza, pero nadie podrá convencerme de que su objetivo final es el de fabricar el sueño húmedo de todo gran inversor: una herramienta que sustituya a las personas. La otra mentira, la más vieja, te la explico en el vídeo.