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La devoción a San Judas Tadeo en El Santuario, Antioquia, es una de las más arraigadas y significativas del Oriente antioqueño, con un templo que se ha convertido en centro espiritual y cultural para miles de fieles. La Basílica Menor de San Judas Tadeo, ubicada en el municipio de El Santuario, Antioquia, comenzó a construirse en 1898 y fue concluida en 1935. Fue el primer santuario en América Latina dedicado a San Judas Tadeo, en una época en que su devoción era poco conocida en el continente. El templo fue diseñado en estilo neogótico por el arquitecto Emigdio Rincón Velásquez San Judas Tadeo es considerado el patrono de las causas difíciles y desesperadas, lo que ha atraído a miles de devotos que buscan consuelo y esperanza en momentos de dificultad. La comunidad local y visitantes de toda Colombia participan en misas diarias y dominicales, con horarios que abarcan desde la madrugada hasta la noche. Cada 28 de octubre, día de San Judas Tadeo, se celebra una gran fiesta patronal con procesiones, peregrinaciones y actos litúrgicos que reúnen multitudes. En 2023, el templo fue elevado por el Nuncio Apostólico a la dignidad de Basílica Menor, lo que confirma su relevancia espiritual y arquitectónica. La basílica no solo es un lugar de culto, sino también un símbolo de identidad comunitaria para los habitantes de El Santuario y de Antioquia. La presencia de reliquias y la organización de encuentros internacionales de santuarios han fortalecido su papel como centro de fe y encuentro. La devoción a San Judas Tadeo ha marcado profundamente la vida del municipio: su imagen está presente en hogares, comercios y celebraciones familiares. El Santuario se ha convertido en un destino de peregrinación, donde la fe se mezcla con la tradición, la música, la gastronomía y la hospitalidad antioqueña. Para muchos, visitar la basílica significa renovar la esperanza y la confianza en la intercesión del santo apóstol. En resumen, la devoción a San Judas Tadeo en El Santuario, Antioquia, es un fenómeno religioso y cultural que ha trascendido generaciones, consolidando al municipio como un referente espiritual en Colombia. Desde muy temprano, el pueblo despierta con campanas que repican y música que se mezcla con el murmullo de los peregrinos que llegan de distintos rincones de Antioquia y Colombia. Las calles se llenan de vendedores de velas, estampitas y rosarios verdes, el color que identifica a San Judas Tadeo. El aire huele a incienso y a arepas recién asadas, creando una atmósfera de celebración. La imagen de San Judas Tadeo, adornada con flores amarillas y blancas, es llevada en procesión por las calles principales. Los fieles caminan con velas encendidas, algunos descalzos en señal de promesa cumplida. Se escuchan cantos y rezos que se entrelazan con la música de las bandas locales, creando un ritmo solemne pero festivo. En la Basílica Menor de San Judas Tadeo, el templo se colma de devotos. El altar resplandece con luces y flores, mientras los sacerdotes celebran la eucaristía en honor al santo. Los testimonios de milagros y favores recibidos se comparten con emoción, reforzando la fe colectiva. El eco de las voces cantando el himno a San Judas llena el espacio con una fuerza espiritual que conmueve hasta las lágrimas Fuera del templo, la fiesta continúa: Familias se reúnen en las plazas para compartir comida típica: fríjoles, chicharrón, mazamorra. Los niños corren con globos verdes y blancos, mientras los mayores conversan sobre las historias de fe que han marcado sus vidas. El pueblo entero se convierte en un mosaico de tradición, devoción y alegría. Al caer la noche, las velas iluminan la basílica y las calles, creando un paisaje de esperanza. Muchos peregrinos regresan a sus hogares con el corazón lleno de gratitud, convencidos de que San Judas Tadeo ha escuchado sus plegarias. En El Santuario, cada 28 de octubre no es solo una fiesta religiosa: es un acto de identidad y pertenencia, donde la fe se convierte en puente entre generaciones y la comunidad se fortalece en torno a su patrono.