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La Ruta Wari, nuestro viaje anual 2024, una aventura que quedará grabada para siempre en nuestras memorias. Seis días, 1722 kilómetros y cinco departamentos. Una mezcla perfecta de desafíos, paisajes alucinantes y momentos que nos unieron como nunca antes. Todo arrancó temprano, como siempre, con el rugido de nuestras motos y esa emoción que te llena el pecho al empezar algo grande. Lima nos despedía y el camino nos recibía con brazos abiertos. El primer tramo nos llevó a la majestuosa Casa Hacienda San Juan, un lugar lleno de historia donde ya sentíamos que este viaje iba a ser único. Día tras día, las rutas no dejaron de sorprendernos. Atravesamos desiertos, subimos montañas infinitas y nos enfrentamos a cientos de curvas que nos hicieron sudar, pero también nos arrancaron sonrisas. ¿Y qué decir de las vistas? Pampas Galeras nos dejó sin palabras, el Abismo de Puncupata nos hizo sentir diminutos frente a la grandeza de la naturaleza, y el bosque de piedras de Pampachiri, bueno, eso fue como rodar en otro planeta. Y luego está el cañón de Qorihuilca, donde algunos valientes se lanzaron en rapel mientras el resto aplaudíamos la hazaña. Pero este viaje no se trata solo de los paisajes o las rutas; lo que realmente lo hace especial es la gente. Rodar con el BMW Motorrad Club Perú es como viajar con una familia gigante. Desde las risas en cada parada, las historias que compartimos al final del día, hasta el apoyo en cada curva y pendiente, esto va mucho más allá de las motos. Somos un equipo, una familia unida por la pasión por rodar y la alegría de vivir cada momento. Y claro, no podemos olvidar las comidas, que fueron otro nivel. Desde cenas con espectáculo, como la que tuvimos en Nino, hasta almuerzos frente a paisajes de ensueño, como el de Limacos. Comer juntos, reírnos y disfrutar de la gastronomía de cada región se volvió una parte fundamental del viaje. Lo más emocionante de ‘La Ruta Wari’, sin embargo, fue poder llevar un poco de alegría a quienes más lo necesitan. Como cada año, hicimos donaciones a niños y familias. Regalos, alimentos y, lo más importante, tiempo y cariño. Ver esas sonrisas nos recordó que este viaje es más que kilómetros: es una oportunidad para dejar una huella positiva. Así pasaron los días, y antes de darnos cuenta, el viaje llegaba a su fin en los paisajes de Paracas. Pero lo que realmente queda no son los destinos, sino los recuerdos, las experiencias y los lazos que construimos en cada kilómetro. La Ruta Wari nos enseñó, una vez más, que rodar es mucho más que manejar una moto. Es compartir, reír, aprender y, sobre todo, vivir intensamente cada momento. BMW Motorrad Club Perú. No solo moteamos, dejamos huella.