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Le dije a mi esposo que empecé a identificarme como una niña trans edad. Que pese a tener 35

Le dije a mi esposo que empecé a identificarme como una niña trans edad. Que pese a tener 35, me siento como una niña de 12 años y lo amenacé para que me consienta o lo iba a demandar por la diferencia de edad. Me estaban tomando las huellas con las manos temblándome, todavía con el olor a alcohol y hospital pegado en la piel. La policía hablaba de “fraude”, de “robo”, de “daño a propiedad de una empresa” como si yo fuera una criminal de verdad. Yo solo quería que llamaran a Chris, mi esposo, porque esto era un malentendido enorme que él podía arreglar en cinco minutos. Pero cuando él llegó, no me miró con amor, ni con enojo… me miró como si yo fuera un problema administrativo. Y ahí entendí que si llegué a este punto, es porque todo se salió de control desde el primer día. Sinceramente, todo empezó por aburrimiento. A los 35 años se supone que una ya “se centra”, que se conforma con la rutina, con las cuentas, con esa cara seria que pone Chris cuando llega del trabajo como si la vida fuera una junta eterna. Yo no nací para vivir en modo adulto responsable las veinticuatro horas; eso es una condena, no una etapa. Chris, mi esposo, siempre ha sido de esos hombres que creen que la estabilidad es romántica. Que pagar facturas a tiempo es “cuidar la relación”. Que levantarse temprano y hablar de presupuestos es intimidad. Yo lo quiero, sí, pero también me asfixia, porque él funciona con reglas y yo funciono con impulsos, con necesidades, con esa sensación de que algo tiene que pasar ya. Esa semana yo estaba especialmente irritada, porque me había prometido “reinventarme” y lo único que hice fue mirar el techo y sentir que se me secaba el alma. Me metí a internet como quien busca aire. Y ahí, entre videos, hilos raros y gente inventándose identidades nuevas como si fueran outfits, leí sobre esto de la “trans edad”. Fue como si alguien me hubiera puesto un botón rojo frente a la cara. No lo pensé demasiado. Para mí no era una “búsqueda interna”, era una salida. Una grieta legal, emocional, social… lo que fuera. Si yo podía decir que por dentro era una niña de 12 años, entonces todo lo que me molestaba del mundo adulto podía desaparecer, y de paso Chris tendría que cuidarme, consentirme, y dejar de exigirme cosas. 0:00 Historia principal 6:15 Comentarios de la historia principal 7:43 Actualización 1 10:33 Comentarios de la actualización 1 12:03 Actualización 2 14:34 Comentarios de la actualización 2 15:59 Actualización 3 18:45 Comentarios de la actualización 3 20:15 Actualización 4 22:57 Comentarios de la actualización 4 24:26 Actualización 5 27:18 Comentarios de la actualización 5