Leyenda señor de la Ascensión por Doña Elisa, Amatitán (Jalisco, México) скачать в хорошем качестве

Leyenda señor de la Ascensión por Doña Elisa, Amatitán (Jalisco, México)

En el marco del proyecto de apropiación social Somos Paisajes: Somos Amatitán, los alumnos participantes llevaron a cabo acciones para reconocer su patrimonio cultural. Entre los recursos patrimoniales identificados, señalaron la leyenda del Señor de la Ascensión. El Señor de la Ascensión, que se venera en el Templo de la Inmaculada Concepción, así como en una pequeña Capilla en el Barrio Alto, tiene un origen legendario, existiendo distintas versiones debidas a la tradición oral. A principios del siglo XX llega a la casa del señor José Meléndrez un par de viajeros a pedir posada, según Don Rafael Dehíjar, o un anciano descalzo y vestido de blanco, según Doña Elisa. Los primeros olvidan una canasta, el segundo se la dejó encargada. En ningún caso, regresan estos personajes y con el paso del tiempo los moradores deciden abrirla. En la versión de Dehíjar, la razón por la que se decidieron a hacerlo es porque en las noches la canasta se iluminaba. Cuál no fue la sorpresa cuando descubrieron en su interior la imagen de un cristo crucificado. Cuentan que al asirlo en ese momento, se escucharon danzas. En la versión de Doña Elisa el Señor estaba acompañado por la de San José y San Juan, así como por un teponahuaste, un instrumento musical con el que se llamaba a ensayar la danza en el barrio. Don José Meléndrez colocó la pequeña talla en una repisa. Con el tiempo empezó a hacer milagros y a extenderse su fama, llegando muchos peregrinos a pagar mandas. Es así como comenzó a celebrarse cada año su día, preparándose mucha comida para todos los visitantes, quemándose un castillo de fuegos artificiales, bailándose la danza y tapándose la calle con ramajes de tepezapotes para evitar que se asoleara la gente. Cada jueves, había música, rezos y danza, un elemento clave que perdurará hasta hoy en la fiesta dedicada a su honor. Con el tiempo, quisieron recoger a la imagen en la parroquia, pero el Señor se resistió tantas veces como intentos realizaron. O se hacía pesado o se hacía grande, dificultándose su traslado. En la versión de Doña Elisa, esto casi se logra cuando intercede el obispo, gesta que le valieron fuertes calambres en sus manos que le impidieron dormir durante toda la noche. Y aún así, al día siguiente la imagen estaba de nuevo en su capilla. Cuentan que esa misma noche, el señor Meléndrez murió. Quizá por esto y por la firme decisión del pueblo por dedicarle un lugar especial en el templo, fue porque la imagen finalmente pudo ser trasladada sin problemas. En la versión recogida por Darío Chavira, se relata que la resistencia del señor de la Ascensión a moverse de lugar se debió a los intentos de los federales por acabar con su culto en el contexto de la Guerra Cristera. Su traslado al templo tendría lugar tiempo después, cuando Pachita, hija de Don José, tiene que irse a vivir a Tepic, circunstancia que hubiera obligado a tener encerrada la imagen en la casa, lo cual no fue aceptado por los vecinos. La advocación del Señor se debe a que el día en que dejaron la canasta era el de su ascensión, lo cual ocurrió cuarenta días después del Domingo de Resurrección.