У нас вы можете посмотреть бесплатно 📕 Llevábamos 20 Años Casados y Mi Esposo Militar Financió a Su Esposa Secreta — ¡Renací y Lo Exposé! или скачать в максимальном доступном качестве, видео которое было загружено на ютуб. Для загрузки выберите вариант из формы ниже:
Если кнопки скачивания не
загрузились
НАЖМИТЕ ЗДЕСЬ или обновите страницу
Если возникают проблемы со скачиванием видео, пожалуйста напишите в поддержку по адресу внизу
страницы.
Спасибо за использование сервиса ClipSaver.ru
#manhwa #novela #cdrama #lovestory Sinopsis de la Novela: El olor a óxido y humedad fue lo primero que registró su mente antes de que el dolor llegara. Camila Shu-Hua apretó a su hija contra el pecho, sintiendo cómo el corazón de Sofía latía desbocado contra sus costillas. El almacén abandonado se extendía ante ellas como una tumba de concreto y sombras, apenas iluminado por los rayos de luz que se colaban entre las grietas del techo corroído. —Tranquila, mi amor —susurró Camila, aunque su propia voz temblaba—. Todo va a estar bien. Mentira. Ambas lo sabían. Los pasos pesados resonaban cada vez más cerca, un eco metálico que rebotaba en las paredes desnudas. Camila contó tres pares de pisadas, tal vez cuatro. No importaba. Aunque fueran solo dos, el resultado sería el mismo. —Mamá... —La voz de Sofía se quebró. —Shh. Estoy aquí. No te voy a soltar. Pero sus brazos ya no tenían fuerza. La sangre que escurría de su costado había empapado la blusa y ahora manchaba también la ropa de su hija. Camila no sabía cuánto había perdido ya, pero el frío que trepaba por sus piernas le daba una idea bastante clara. Veinte años. Veinte años de matrimonio, de confianza ciega, de construir lo que creía un futuro sólido. Y todo había terminado aquí, en este agujero olvidado por el mundo, rodeada de deudas que jamás contrajo y errores que nunca cometió. La figura emergió de las sombras con la calma de quien tiene todo el tiempo del mundo. Adrián Qiao-Rong caminaba con las manos en los bolsillos, el saco perfectamente planchado, los zapatos italianos resonando contra el concreto sucio. Detrás de él, los cobradores esperaban como perros amaestrados. Camila lo miró a los ojos, buscando algo: remordimiento, duda, un rastro del hombre que alguna vez juró amarla. No encontró nada.