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Djalminha en el Deportivo. Años 1997-2004

Año 1997. Tras árduas negociaciones, el Deportivo de Lendoiro se hace con los servicios de Djalminha, una de las figuras del histórico Palmeiras del 96. El fichaje de Djalminha suponía la guinda al pastel para un equipo que aspiraba a alcanzar grandes cotas tras un meritorio tercer puesto la temporada anterior. El futbolista brasileño venía con la misión de ser un socio de lujo para Rivaldo, la estrella del equipo y, junto a este, Luizao y Flavio Conceiçao emular los éxitos cosechados en el Palmeiras. Sin embargo, para desgracia de Lendoiro, su plan se torció una mañana de agosto de 1997. El FC Barcelona, en una minicrisis tras sufrir para superar la previa de Champions y huérfano de un crack tras marcha de Ronaldo al Inter, tiró la casa por la ventana y pago la clausula de rescincisión de Rivaldo. El Depor perdía a su estrella y los planes del presidente deportivista se iban al traste. La repentina marcha del astro brasileño supuso un duro varapalo para la escuadra de Riazor, ya que, al ser el último día del mercado de fichajes y no tener margen de maniobra para suplir la marcha de su estrella, acabó la temporada en una discreta duodécima posición. La nota positiva fue que Djalminha se puso el equipo a sus espaldas y mostró detalles de auténtico crack. La suerte de la escuadra blanquiazul cambió un año después con la llegada de Javier Irureta al banquillo de Riazor. El equipo gallego renació de sus cenizas y se convirtió en la reencarnación del SuperDepor, ganando, por fin, la ansiada Liga, la famosa Copa del Rey del Centenariazo y 2 supercopas, además de regalar a sus afición grandes noches europeas y rozar una final de Champions. Djaminha se convirtió en pieza clave de aquel equipo y dejó para el recuerdo un sinfín de virguerías técnicas que enamoraron a la hinchada deportivista y a los amantes de fútbol. Para el recuerdo quedarán sus precisos lanzamientos de falta , sus penaltis a lo Panenka, sus pases con el hombro, algunos regates inverosímiles, sus míticos piques con Mostovoi y, sobretodo, la inolvidable lambretta que le hizo a Fernando Hierro en aquel histórico 5-2 que le endosó el SuperDepor al Real Madrid. Una genialidad que dio la vuelta al mundo. La suerte de Djalminha en Coruña empezó a cambiar a partir de la llegada de Juan Carlos Valerón. El excelente rendimiento del Mago de Arguineguín y su mala relación con Irureta - al que propinó un recordado cabezazo en un entrenamiento-, hicieron que el jugador brasileño fuera perdiendo protagonismo hasta tener una presencia testimonial. Fue el principio del fin del futbolista como blanquiazul. Harto de su falta de protagonismo, el futbolista se marchó un año cedido al Austria de Vienna, donde ganó una liga. Tras un año exiliado en Austria, el futbolista regresó a Coruña para jugar su última temporada como blanquiazul. Djalminha se fue por la puerta de atrás, pero la hinchada de Riazor siempre recordará a aquel mago brasileño que les hizo soñar y que colaboró activamente en la consecusión de la tan anhelada Liga.