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Te quedaste en silencio porque querías que ella sintiera tu ausencia, que se preguntara qué había pasado y que tal vez hasta se arrepintiera de haberte dado por sentado. Pero en lugar de acercarse a ti, ella está completamente callada. Sin mensajes, sin llamadas, sin nada. Se siente como si estuvieran enfrascados en un concurso de miradas, cada uno esperando que el otro parpadee. Y la pregunta te carcome: ¿está siquiera pensando en mí o ya siguió adelante? Este momento puede resultar paralizante. Te dijeron que no tener contacto funciona, que eso haría que ella te extrañe. Y ahora, sin respuesta, tu mente comienza a llenarse de dudas. La necesidad de enviarle un mensaje de texto se hace más fuerte cada día, la tentación de romper el silencio se cuela con cada hora que pasa. Pero si estás aquí, ya sabes que no se trata solo de ella, sino también de cómo respondes bajo presión. Cuando una mujer imita tu actitud de no contacto, el primer instinto es el pánico. Estamos programados para pensar que su silencio debe significar que no le afecta o, peor aún, que es indiferente. Pero ese es exactamente el tipo de pensamiento que arruina la estrategia. Verás, el silencio no es solo ausencia; es presencia en una frecuencia diferente. Y si lo haces bien, su falta de comunicación puede convertirse en la herramienta más poderosa para reavivar sus emociones. Lo que hagas (o, lo que es más importante, lo que no hagas) prepara el escenario para lo que sucederá a continuación. Aquí es donde la mayoría de los hombres cometen errores. Creen que su silencio es un rechazo y que el rechazo debe solucionarse de inmediato. Por lo tanto, comienzan a planear formas de "empujarla". Un mensaje de texto amistoso, una publicación en las redes sociales diseñada para llamar su atención, cualquier cosa para provocar una reacción. ¿El problema? Esto huele a inseguridad, y la inseguridad es la kriptonita de la atracción. Lo que debes entender es que cuando ella también está callada, hay mucho más sucediendo debajo de la superficie de lo que crees.