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Carlos Alsina reflexiona en su monólogo sobre la reunión en Arabia Saudí del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, con el príncipe heredero de ese país, Mohamed bin Salmán y sobre cómo algunos jefes de gobierno de países europeos prefieren la palabra seguridad a defensa. #zelensky #ucrania #binsalman #arabian 🔗 Más, en Onda Cero: https://www.ondacero.es/programas/mas... Hay una cosa en la que están de acuerdo Trump, Macron, Putin, Zelenski, Xi Jinping, Úrsula Von der Leyen, Benjamin Netanyahu y Pedro Sánchez. Puede que sea la única en la que piensan todos exactamente igual. Y esa cosa es… hacerle la pelota a Mohamed Bin Salman, príncipe de Arabia Saudí, que lo mismo ejecuta disidentes que encarcela activistas de derechos humanos y lo mismo se compra torneos de fútbol que participaciones muy notables de empresas tecnológicas españolas o buques de guerra. Con Bin Salman hay consenso Hoy el príncipe descuartizador recibirá a Volodimir Zelenski, presidente sitiado de Ucrania, que naturalmente también le hará la pelota porque para eso Ucrania es tan europea como nosotros. Zelenski se dejará aconsejar o lo fingirá en la víspera de que los enviados de Trump se reúnan, también en Arabia Saudí, con los ministros de Zelenski para tantearse mutuamente. Y en la confianza de que los delegados trumpistas se abstengan de tratar a los ucranianos con el desdén y superioridad con que su jefe trató a Zelenski en el despacho oval. Termine como termine lo de Ucrania, si es que termina, la Unión Europea ya está en el escenario siguiente, que es asumir que nosotros mismos podemos llegar a ser objeto de deseo del virus Putin. Y vacunarnos. La señora Von der Leyen cumple esta semana cien días de su segundo mandato, al frente de la comisión europea, un gobierno de cuotas que tiene un comisario por cada país incluyendo la extrema derecha italiana querida Giorgia y a la extrema derecha húngara -Víctor Orban, padrino de San Diego Obescal, o sea Vox-, el cordón sanitario en la comisión europea nunca ha sido reclamado por nadie, ni siquiera Sánchez. A ver si mencionando los ciberfraudes y la cosa climática se digiere mejor que haya que meter más dinero en Defensa. Sánchez sigue tratando de replicar, en Bruselas, lo que se hizo con la pandemia: inyecciones directas de dinero europeo a los Estados para que afronten los gastos extraordinarios y sin tener que devolverlo. Pero el mensaje que martillean sus colegas europeos es que todo gobierno tiene que retratarse con su propio presupuesto nacional, singularmente el nuestro porque sigue siendo visto como renuente en esta materia. Y eso que en Europa no recuerdan en España, tampoco aquella entrevista que le hicieron a Sánchez hace diez años en El Mundo. Qué fácil era aquello de contraponer el gasto social al gasto militar. Tuvo que salir el PSOE a decir que se le había malinterpretado. Del ‘sobra el ministerio de Defensa’ a esto de ahora, notable evolución. Que para algunos de sus socios de izquierda es involución. A la vez que sigue batallando para que llegue dinero, busca la manera de aumentar las partidas sin cambiar los Presupuestos del Estado porque seguimos sin nuevos presupuestos y trata de presentar una hoja de servicios más aseada presentando como gastos en Defensa partidas que antes no lo eran. Si metes en la cuenta de Defensa gastos del CNI o nóminas de funcionarios que hasta ahora no computaban, ya puedes decir que gastas más de lo que dicen que gastas, aunque estés gastando lo mismo. Es poco objetable esta descripción que hizo ayer Núñez Feijoo, a cinco días de verse con el presidente en la Moncloa. Es posible que a la mayoría de los ciudadanos les importe poco si al gobierno le viene bien o mal que Europa esté metida en la mayor revisión de sí misma de las últimas décadas, o si poder hacer oposición a Trump en sus mítines aún sin mencionarle ya nunca por su nombre y apellido le hace ganar al presidente una décima o hasta tres en las encuestas de intención de voto. Pero quede constancia que en el gobierno hay alguien con la calculadora en la mano estimando qué le viene mejor al gobierno, si dar a Feijoo trato singular como si fuera Junts o diluirlo en el peregrinaje colectivo a la Moncloa el jueves; si valorar la sintonía total que mantiene con el PSOE respecto de Ucrania o hacerle aparecer como el escudero de Vox; si aceptar su ofrecimiento de pactar la inversión en Defensa o afearle que con Rajoy aún se invertía menos -la herencia recibida para nuestro gobierno nunca caduca, da igual que con Rajoy estuviésemos convalecientes de una recesión ante la que la Unión Europea de entonces recetaba rescates y hombre de negro en lugar de fondos de recuperación y deuda mancomunada. Calculando, que es gerundio.