У нас вы можете посмотреть бесплатно Ella era vista como nada — hasta que el duque proclamó: “Ante todos, ella será mi duquesa.” или скачать в максимальном доступном качестве, видео которое было загружено на ютуб. Для загрузки выберите вариант из формы ниже:
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Durante años, ella fue ignorada, subestimada y tratada como si no valiera nada. Pero todo cambió en un solo instante, cuando el duque se levantó ante la multitud y proclamó: “Ante todos, ella será mi duquesa.” ¿Qué lo llevó a tomar esa decisión? ¿Y cómo reagirá una sociedad que no la aceptaba? Sumérgete en una historia de dignidad, amor inesperado y justicia poética. El viento frío de Norfolk soplaba con fuerza aquella tarde de otoño. Evelyn Blackwell caminaba presurosa por los senderos embarrados que conducían a la casa principal de la finca Ironwood. A sus veintitrés años, había aprendido a sobrevivir en un mundo que rara vez mostraba compasión por las mujeres sin fortuna ni título. "¡Señorita Blackwell! ¡Apresúrese!" La voz de la ama de llaves resonó en el aire húmedo. "El señor Ironwood no tolera la impuntualidad." Evelyn aceleró el paso, sosteniendo firmemente la carpeta con sus dibujos botánicos. Había sido convocada a la mansión como última esperanza. Su padre, un respetado botánico caído en desgracia tras acusaciones de plagio, había fallecido dejándola sin recursos. Los dibujos botánicos eran lo único que podía ofrecer al excéntrico millonario que coleccionaba libros sobre flora exótica. La mansión Ironwood se alzaba imponente contra el cielo gris de Norfolk. Sus torres de piedra y amplios ventanales reflejaban la fortuna de su dueño. Victor Ironwood, un hombre de treinta y cinco años, había amasado una fortuna en el comercio marítimo y era conocido por su carácter implacable en los negocios. "El señor la espera en la biblioteca," indicó la ama de llaves, guiándola por pasillos decorados con retratos de ancestros que nunca habían existido. Victor Ironwood era un hombre nuevo, sin linaje, pero con el suficiente poder para fabricarse uno. Al entrar en la biblioteca, Evelyn sintió el calor de la chimenea y el aroma de los libros antiguos. Un hombre alto observaba por la ventana, dándole la espalda. "Señor Ironwood, la señorita Blackwell ha llegado," anunció la ama de llaves antes de retirarse. Victor se giró lentamente. Sus ojos grises, fríos como el mar del Norte, escudriñaron a Evelyn con curiosidad. No era el primer encuentro entre ambos. Tres años atrás, en una fiesta en Londres, ella había sido la joven que le había rechazado un baile por atender a su padre enfermo. Un desaire que pocos se habían atrevido a infligir al poderoso Victor Ironwood. "Señorita Blackwell, veo que los años no han sido generosos con usted," comentó con una sonrisa que no alcanzó sus ojos. "Y veo que su tacto sigue siendo tan escaso como entonces, señor Ironwood," respondió Evelyn, sorprendiéndose a sí misma por su atrevimiento. Un silencio tenso llenó la habitación antes de que, inesperadamente, Victor soltara una carcajada. "Tiene agallas, señorita Blackwell. Eso es algo que escasea en Norfolk." Evelyn permaneció serena, aunque su corazón latía con fuerza. "He traído los dibujos botánicos de mi padre. Entiendo que está interesado en adquirirlos para su colección." "Ya no," respondió él secamente. "He encontrado algo más interesante en lo que invertir." La esperanza de Evelyn se desmoronó. Aquellos dibujos eran su último recurso para evitar la indigencia. "Comprendo. Lamento haber desperdiciado su tiempo," dijo con dignidad, preparándose para marcharse. "No he dicho que pueda retirarse, señorita Blackwell." Victor se acercó a su escritorio y extrajo un documento. "Necesito una esposa." Evelyn lo miró desconcertada. "¿Y eso me concierne porque...?" "Porque le estoy ofreciendo un contrato matrimonial." La propuesta cayó como un rayo. Evelyn casi dejó caer su carpeta. "¿Se ha vuelto loco? Apenas nos conocemos." "Conozco lo suficiente," respondió él. "Necesito una esposa que sepa de botánica para completar mi nuevo invernadero. Usted necesita dinero. Es un arreglo conveniente." "¿Un arreglo? El matrimonio no es un negocio, señor Ironwood." "Todo en esta vida es un negocio, señorita Blackwell. Le ofrezco seguridad financiera, una posición respetable y la oportunidad de continuar el legado botánico de su padre. A cambio, usted aportará conocimientos y respetabilidad a mi nombre." Evelyn se quedó sin palabras. La oferta, por absurda que pareciera, resolvería todos sus problemas materiales. "¿Por qué yo? Hay decenas de jóvenes de buena familia que darían lo que fuera por casarse con usted." Victor se acercó, invadiendo su espacio personal. El aroma a sándalo y cuero de su colonia resultaba perturbador. "Porque ninguna de ellas me ha dicho 'no' jamás. Usted lo hizo una vez, y eso la hace... interesante." Sus miradas se encontraron, desafiantes...