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En el Evangelio de Juan 1:1-18 podemos notar que la Encarnación no es un adorno doctrinal ni un símbolo tierno de Navidad. Es un escándalo. Porque dice que Dios no se quedó arriba, no habló desde lejos, no salvó con decretos. Dios se hizo carne. Y la carne siempre incomoda. En la encarnación Dios rompe con la lógica del poder. La encarnación no ocurre en palacios ni templos imperiales, sino en un cuerpo pobre, colonizado y vulnerable (Lucas 2). Esto desmantela la idea de un Dios aliado al poder dominante. 1. El escándalo de que Dios eligiera cuerpo El Verbo no se hizo idea ni sistema teológico. Se hizo cuerpo vulnerable. Hambre, cansancio, piel herida. La Encarnación denuncia toda espiritualidad que huye del cuerpo: cuando despreciamos los cuerpos empobrecidos, racializados, endeudados, despreciamos el lugar donde Dios decidió habitar. 2. El escándalo de que Dios entrara en la historia “Acampó entre nosotros y nosotras”. No visitó; se quedó. La Encarnación afirma que Dios se mete en la historia concreta: en conflictos, economías injustas, religiones acomodadas. Por eso la fe que se desentiende de la realidad no es cristiana; es evasión piadosa. 3. El escándalo para la religión “Vino a los suyos y los suyos no lo recibieron”. El mayor rechazo no vino del mundo “sin fe”, sino de la religión con poder. La Encarnación desenmascara la tentación religiosa de controlar a Dios. Cuando la fe se alía con el privilegio, Dios estorba. 4. El escándalo de la gracia encarnada Gracia no es permiso para seguir igual. Gracia encarnada desarma, obliga a desaprender mentiras útiles, a desmantelar estructuras que matan, a desalambrar fronteras que excluyen. La gracia verdadera cuesta porque transforma. 5. El escándalo para la Iglesia hoy Si Dios se hizo carne, la Iglesia no puede quedarse en palabras. La fe que no toca cuerpos heridos niega la Encarnación. Predicar sin encarnar es traicionar el Evangelio. 6. Dios redefine lo divino: La encarnación cuestiona toda teología que separa a Dios del dolor humano. Dios no se revela en la distancia sino en la proximidad peligrosa. “Lo encontraron envuelto en pañales” (Lucas 2:12). Radical porque Dios se deja tocar, herir y matar. Y porque renuncia al privilegio y se coloca del lado de quienes no cuentan. 7. Dios se hace cuerpo (y el cuerpo importa): En un mundo que desprecia el cuerpo —especialmente los cuerpos pobres, racializados y oprimidos— Dios se vuelve carne (Juan 1:14). No espíritu puro. No idea. Carne. Y sto es radical porque afirma que: el sufrimiento humano importa, la injusticia es teológica, y la salvación no ocurre fuera de la historia. 8. La encarnación exige una práctica radical: Si Dios se encarna, la fe no puede quedarse en lo privado ni en lo ritual. La encarnación obliga a: defender cuerpos, acompañar vidas vulnerables, y a confrontar estructuras que crucifican. La lectura de Isaías 61:10-62:3 trata de la promesa de Dios de traer restauración y salvación a Su pueblo, transformando su duelo en alegría y revistiéndolos de justicia como una luz brillante para todas las naciones. Mientras que la lectura de Gálatas 3:23-4:7 trata de cómo antes de Cristo, la humanidad estaba bajo la ley como hijos, pero a través de la fe en Cristo, llegamos a ser herederos y somos adoptados como hijos e hijas de Dios, lo que nos permite experimentar la libertad y la intimidad con Dios como hijos maduros. Hermanas y hermanos, el escándalo no es que Dios se hiciera humano. El escándalo es que siga haciéndose carne hoy, y nos pregunte si estamos dispuestos o dispuestas a recibirlo: en el barrio, en la protesta, en la verdad incómoda, en la justicia que duele. Porque creer en la Encarnación no es confesar un dogma. Es vivir una fe que toma cuerpo. Por lo tanto, la encarnación es peligrosa porque declara que Dios está con las personas descartadas, La encarnación es peligrosa porque la historia es su lugar de revelación, Y la encarnación es peligrosa porque la fe verdadera siempre incomoda al poder.