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"Ayúdame, Mi Mamá No Responde" — El Jefe de la Mafia Recibió el Llamado a la 1AM A la una de la madrugada, la ciudad de Miami dormía bajo un cielo despejado que contrastaba con las tormentas que se gestaban en las sombras. Cuando un temido jefe de la mafia recibió una llamada temblorosa de una niña desconocida, con la voz débil y entre sollozos, ella le susurró: "Por favor, ayúdame. Mi mamá no responde." Lo que él no sabía era que la mujer que luchaba por sobrevivir era alguien de su pasado, alguien a quien había jurado proteger hace mucho tiempo. Y que la niña desesperada que suplicaba ayuda llevaba sus propios ojos, su misma determinación. Esa noche, el destino los reuniría de la forma más inesperada, y el corazón que creía haber enterrado bajo años de violencia y poder tendría que decidir entre la oscuridad que conocía y la luz que nunca se atrevió a buscar. El ruido de la ciudad nunca cesaba realmente en Miami. Incluso a la una de la madrugada, el murmullo lejano del tráfico, las sirenas ocasionales y el susurro del viento tropical creaban una sinfonía urbana que la mayoría de la gente había aprendido a ignorar. Pero Damián Reyes no era como la mayoría de la gente. En su penthouse del piso 45, con vistas panorámicas a la Bahía de Biscayne, estaba sentado solo en la oscuridad, con nada más que un vaso de whisky y el peso de sus propios pensamientos para hacerle compañía. El reloj de pared marcaba la 1:03 AM. Debería estar durmiendo, pero el sueño era un lujo que rara vez se permitía. No después de todo lo que había visto, todo lo que había hecho. Damián Reyes era un nombre que hacía temblar a los hombres más duros de Miami. A sus 38 años, había construido un imperio desde las cenizas de la nada, controlando territorios, operaciones y lealtades con mano de hierro. Pero en momentos como este, cuando la ciudad dormía y él se quedaba solo con sus recuerdos, el hombre bajo la armadura se sentía increíblemente cansado.