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Miguel Ángel Cañadas, productor agrícola de la Cooperativa Algarrobo Bonito, administra fincas con vides y frutales en General Alvear (Mendoza) por un total de 45 ha, entre lo propio y lo gestionado a través del programa de manejo integral de viñedos de la unidad de servicios asociativos de su Cooperativa. En la zona cultivada es común la ocurrencia de heladas tardías que al tener cercanía con campo inculto, producen descensos marcados de temperatura. En general, cuando ocurren heladas presentan daños tanto visibles como ocultos: no brota la yema primaria, la cantidad de racimos, su tamaño y la cantidad de bayas en estos, es reducida. “Eso luego los vemos en la cosecha cuando no pesa el tacho”. Antes de comenzar la experiencia de defensa de heladas en los viñedos, presentaba daños de 100% y algunas veces daños residuales para el año siguiente. “Los productores trabajamos e invertimos mucho durante todo el año, pero descuidamos un momento que es decisivo: el período de heladas primaverales. Creemos a veces, que es más costoso y difícil de lo que realmente es. Los productores siempre pensamos en el granizo como la mayor amenaza, pero en nuestra zona los daños ocultos por heladas suelen ser mayores. Muchos productores invierten mucho en colocar malla antigranizo, fertilizar, pero descuidan el sistema de defensa contra heladas.” Miguel realiza defensa activa en frutales hace más de 20 años y al momento que fue adquiriendo experiencia fue agrandando la superficie protegida, hasta que tomo conciencia que debía también incluir los viñedos. Primero comenzó con tachos de 200 litros adaptados con aberturas para la quema de leña trozada, que colocaba en el perímetro del viñedo. Esta solía ser leña de álamo, algarrobo, palos rotos, plantas arrancadas o restos de la poda de rebaje en viñas y frutales. Coloca pequeñas cantidades, 15 kg aproximadamente; y para un mejor encendido, utiliza bolsas con caucho molido colocadas en el centro. Este se consigue en gomerías que realizan molienda de cubiertas. Al final, enciende rápidamente con la incusa tirando una chorro de combustible encendido. El calefactor libera calor por una hora y media. Luego de este tiempo se debe realimentar para continuar con el control de heladas. Para esto tiene un depósito de leña a unos 3 metros del tacho. Con el tiempo incluyó la quema de combustible líquido, en su mayoría aceite quemado, distribuido en los interfilares en tarros de 8 L que obtiene del descarte de la industria conservera. A estos se les agrega viruta de álamo para facilitar la ignición. El combustible es 50% gasoil y 50% nafta. El tarro con aceite quemado se tapa con una baldosa de cemento, para que no entre agua en caso de lluvia o rocío. Cuando en la noche de heladas, el operario acude a encenderlo, simplemente patea la tapa y tira un chorro de la mezcla encendida con la incusa. Cada litro de aceite dura unos 60 minutos combustionando, por lo que, el tarro puede durar hasta 5 horas prendido. Si se quiere cesar el fuego, simplemente se le coloca la tapa. Finalmente, en la última temporada, junto con la unidad de servicios, alquilaron una máquina marca Lazo, de tecnología chilena. Lleva 4 tubos de gas que al combustionar libera calor, que proyecta a más de 50 metros en ambos sentidos perpendiculares a la dirección de avance. La máquina va dando vueltas por los callejones logrando reforzar el control de heladas de hasta –6° C en superficies de 8 a 10 hectáreas. Asimismo, sirve para redistribuir el aire caliente proveniente de la quema de materiales combustibles en tachos y tarros dentro del viñedo. Las decisiones están apoyadas tanto en pronósticos meteorológicos como en información comunitaria e instrumentos de medición en finca. Se monitorea la temperatura, el punto de rocío y la velocidad del viento en la madrugada, entre otros. Usan termómetro digital, lo que brinda una mejor lectura a campo y una mayor precisión. También, en las noches de heladas, toman contacto con productores cercanos que están haciendo defensa activa, para conocer el movimiento de aire frío en la zona, los puntos de rocío y las temperaturas mínimas que deberán combatir. En frutales hay que estar preparado para heladas tardías de mayor intensidad y duración, que las producidas en viñedos. “Hay veces que en duraznero temprano tenemos hasta 8 defensas al año. Mientras que, en viñedos, quizás llega a 3 veces y las heladas son de corta duración, donde podemos defender perfectamente”. Está previsoramente preparado, de acuerdo a la superficie que efectivamente puede defender, para 2 heladas consecutivas. Está satisfecho con su sistema de defensa porque ha visto que, a través del tiempo, ha logrado minimizar las pérdidas por helada total y en algunas temporadas, ha logrado reducir el daño hasta un 40%: “sobre todo nos permite seguir trabajando el año siguiente, seguir trabajando…” Agradecimientos: al Ing. Agr. Jesús Gasques por la realización de la entrevista. #comolohace #desarrollocooperativo #heladas