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Mis papás dijeron Es demasiado arriesgado cuando pedí $70,000 para mi startup… pero le dieron...

Mis papás dijeron Es demasiado arriesgado cuando pedí $70,000 para mi startup… pero le dieron... Mi papá estaba al frente de la mesa, copa de champaña en alto, sonriendo como si acabara de ganarse la lotería.—Todos, levanten sus copas. Vamos a invertir $725,000 en el proyecto inmobiliario de tu hermano.Me quedé congelada a medio sorbo. Setecientos veinticinco mil dólares.Tres meses antes, me habían dicho que $70,000 era “demasiado riesgoso”.Me llamo Sophia, tengo 27 años y ese día entendí que el dinero siempre sí existió… solo que nunca fue para mí.Trabajaba como desarrolladora de software en una empresa de tecnología mediana. Estable, confiable. Yo era la práctica de la familia, la que pagaba sus cuentas a tiempo, no causaba problemas, no pedía mucho.Durante dos años estuve construyendo algo por mi cuenta: una plataforma SaaS para gestión de proyectos de pequeños negocios. Tenía un plan de negocios detallado, un prototipo funcional, más de 50 usuarios beta probándolo. No estaba soñando. Estaba construyendo.Mi hermano mayor, Tyler, de 30 años… carismático, llamativo, el que todos volteaban a ver cuando entraba a una habitación. También llevaba tres de tres negocios fracasados, todos financiados por mis papás.Una boutique que duró ocho meses.Un gimnasio que quebró en un año.