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“Mis suegros, desempacando un montón de cajas de cartón en mi casa, me recibieron cuando llegué a...

“Mis suegros, desempacando un montón de cajas de cartón en mi casa, me recibieron cuando llegué a... Mi padre falleció, y ya ha pasado un año desde entonces. Después de su muerte, mi mamá también quedó sumida en una profunda tristeza, pero recientemente por fin ha empezado a sonreír de nuevo y a recuperar su vitalidad de antes. Un día, justo cuando estábamos recuperando la tranquilidad, una decisión unilateral de mi esposo volvió nuestra casa un caos.Tu mamá estuvo de acuerdo, así que no debe haber problema —dijo mi esposo. Pero yo le respondí: —¿Cómo puedes pensar que no hay problema? Este es nuestro hogar. ¿Por qué sacrificar a nuestra familia para acomodar a la tuya?Sin que yo lo supiera, mi esposo había invitado a sus papás —quienes vivían con su hermano y su esposa— a quedarse en nuestra casa. Además, el cuarto de mi papá, que había permanecido intacto, fue limpiado sin mi consentimiento. Con mi esposo actuando a su antojo y sus papás siendo tan desconsiderados, nuestro hogar se volvió incómodo para todos. Por culpa de esta situación, mi mamá empezó a salir de casa con más frecuencia. No puedo aceptar esto bajo ninguna circunstancia. Tengo que sacar a mis suegros de nuestra casa. Esta es la historia de cómo mi hogar estuvo a punto de ser tomado por mi esposo y su familia tras la muerte de mi padre. Mi nombre es Wendy, este año cumplo 40. Me casé con Greg cuando tenía 28, y tengo una condición médica que me dificulta trabajar fuera de casa. Aunque antes trabajaba de tiempo completo, mis problemas de salud intermitentes provocaban inconvenientes, así que después decidí trabajar desde casa. Aun así, mis ingresos dependen de mi estado de salud y varían cada mes, por lo que vivir sola antes del matrimonio no era una opción viable. Vivía con mis papás, quienes trabajaban, y yo ayudaba con los quehaceres mientras trabajaba. Después de casarme con Greg, empezamos una nueva vida en un departamento rentado, ahorrando poco a poco con planes de comprar una casa. Pero todo cambió cuando supimos que el hermano de Greg había construido una casa de dos generaciones para vivir con sus papás. Mis papás nos sugirieron vivir con ellos en la casa familiar, que habían renovado. Les preocupaba mi ingreso inestable y lo difícil que sería comprar una casa solo para Greg y para mí. Aunque la propuesta me daba tranquilidad, para Greg no era fácil vivir con la familia de su esposa. Yo pensaba respetar su decisión, pero Greg se emocionó con la idea de que mis papás cubrirían todos los gastos y aceptó sin dudarlo. Durante unos diez años vivimos los cuatro relativamente en armonía. A pesar de lo estricto que era mi papá, mi esposo, tan alegre, siempre era respetuoso, y mis papás trataban de no interferir demasiado para que Greg pudiera relajarse fuera del entorno familiar.