A sus 54 años, Elvis Crespo Finalmente admite lo que todos sospechábamos скачать в хорошем качестве

A sus 54 años, Elvis Crespo Finalmente admite lo que todos sospechábamos

A sus 54 años, Elvis Crespo Finalmente admite lo que todos sospechábamos Hoy destapamos uno de los secretos más oscuros y sorprendentes de Elvis Crespo, el ícono del merengue que nos hizo perrear antes de que el reguetón fuera moda. Sí, él mismo… El mismo que te hizo bailar hasta sudar en los 2000… El mismo que ha sido portada de escándalos más veces que de discos de platino… Pero esta vez, no es un escándalo cualquiera. Hoy, Elvis hablará sin filtros. Confesará algo que jamás imaginaste escuchar de su boca: Sí, practicó con hombres. Y no solo eso… al final del video te diremos con quién fue. Así que quédate hasta el final, porque esto no lo vas a ver en televisión, “Cuando me enteré que iba a ser papá… tuve que frenar. La música no me estaba dejando lo suficiente y había que responder. Metiste las patas, pagas. Tenés que asumir. Me casé joven, a los 19, y busqué trabajo en una lavandería industrial. Lo hice por mi hijo, por asegurarle salud, vida… aunque yo no estaba listo, me emocionaba ser papá. Y te lo digo hoy sin miedo: todo lo que soy se lo debo a esa experiencia. Me hizo hombre, me aterrizó.” “En el 93, ya con esposa e hijo, decidí dejar la lavandería y meterle de lleno a la música. Ahí entré a Grupo Manía. Al principio fue duro, la gente no me quería. Me rechazaban. Pero ese grupo fue mi escuela, mi universidad. Poco a poco me gané al público, y terminé siendo la voz principal. Ya a los 25 años, cuando estábamos sonando por todos lados, empezaron a decirme al oído: ‘Oye, ¿y si te vas de solista?’” “Y mira, no lo pensé tanto. Firmé con Sony Discos… la misma disquera del grupo. Ellos no querían líos con Grupo Manía porque estaban en su mejor momento. Pero yo sentía que algo me faltaba. Que necesitaba algo más. No fue una decisión fácil. El 30 de mayo me salí del grupo. ¡Boom! Ahí explotaron los rumores. ‘¿Estás loco?’, decían. Pero yo sabía lo que estaba haciendo, aunque claro, tenía miedo.” “Dos semanas después ya estaba metido en el estudio preparando mi primer disco con Sony. Mientras tanto, Grupo Manía seguía pegando fuerte, demostrando que no dependían solo de mí. Y eso está bien. Sony, viendo el éxito de ambos, se animó a apostarlo todo por mí. Pero te digo algo… en abril de ese año yo estaba desesperado. Mi carrera no arrancaba y me preguntaba si me había equivocado.” Todo lo que sube… también puede destruirse a sí mismo. Y Elvis Crespo lo vivió en carne viva. En los años de gloria, mientras su música sonaba en todo el planeta, su vida personal era un desastre silenciado entre camerinos y habitaciones de hotel. Novias por aquí, llamadas sorpresa por allá... “Estoy embarazada.” Y él, sin inmutarse, solo pensaba: “Bueno... un hijo más.” Así, con esa frialdad de quien ya no distingue el amor del impulso. Entre 2000 y 2003, Elvis tocó fondo. Literal. Perdió su matrimonio, su credibilidad, su estabilidad, y lo más peligroso: perdió el control. Lo único que no perdió... fue el ego. Se fue solo, sin esposa, sin hijos, sin amigos, sin disquera, sin aplausos. Se refugió en el único lugar donde no lo juzgaban: el sofá de su papá en Nueva York. Ahí, rodeado de paredes frías y silencio incómodo, pesaba 225 libras, bebía hasta no recordar su nombre, y veía cómo su legado se derrumbaba.