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“Perdóname, Pero Ya No Sé Rezar” es una balada dark country profundamente emocional, donde la fe se quiebra en un pasillo de hospital y el alma busca un último refugio entre tumbas, niebla y recuerdos que pesan como culpas antiguas. El narrador vaga entre panteones, bares de vencidos y silencios que duelen más que la muerte misma. Acompañado por la mujer de blanco que deja rosas y un lobo blanco que vigila en la oscuridad, este tema explora la pérdida, el duelo, la culpa y la búsqueda de un pedacito de paz cuando ya no quedan oraciones. Con guitarras polvorientas, voz rasgada y un ambiente espiritual y sombrío, este tema representa la esencia de Almas Perdidas Country: historias de almas heridas, redención imposible y fe reconstruida desde las ruinas. Suscríbete a Almas Perdidas Country para descubrir más canciones de dark country en español, country oscuro y western gótico, y forma parte de esta leyenda de almas marcadas por la sangre, la fe y la venganza rota. #darkcountry #darkcountryenespañol #countryoscuro #outlawcountry #AlmasPerdidasCountry Lírica: Perdóname, Pero Ya No Sé Rezar Perdí la fe en un pasillo con olor a hospital, donde el “todo va a estar bien” se volvió sal y funeral. Te fuiste sin despedirte, me quedé sin dirección, y el cielo se hizo una puerta cerrada con cerrojo y sin razón. Subí al panteón de la loma pa’ no gritarle a la ciudad, con velas derretidas y la culpa de mi edad. No traigo frases bonitas, ni aprendí a suplicar… solo traigo lo que duele y ya no sé qué rezar. Perdóname, pero ya no sé rezar, se me quebró el “amén” en el polvo y el mezcal. Si te hablo en el silencio y no me quieres contestar, déjame sentir un soplo que me enseñe a respirar. Perdóname, pero ya no sé creer como cree la gente buena que no tuvo que perder. No te pido que me borres lo que fui, lo que hice mal: nomás dame un pedacito de paz. En el bar de los vencidos nadie presume perdón, ahí se sientan los que cargan su tormenta y su canción. La mujer de blanco pasa, deja rosas al pasar, y un lobo blanco en la niebla me acompaña a recordar. Entendí que el peor castigo no es caer ni es pagar: es vivir con la memoria y no poderse perdonar. Si mi fe quedó descalza y no sabe caminar, haz de mi canto un refugio pa’ los que no pueden más. No me devuelvas el ayer, no te vengo a reclamar… solo enséñame por dentro a no volverme a quebrar. Perdóname, pero ya no sé rezar, pero aquí sigo de pie aunque me duela respirar. Si el cielo se queda frío y no me da señal, que mi voz sea el santuario… y tu luz, mi pedacito de paz.