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¿Quieres saber cómo arruiné completamente mi matrimonio por unas fotos estúpidas? Yo aún estoy tratando de entenderlo. Me llamo Beatriz, tengo 29 años, y mi vida entera se desmoronó por culpa de una vieja caja que debería haber tirado hace años. Todo empezó el mes pasado, cuando Guillermo y yo empacábamos nuestras cosas para mudarnos a nuestro nuevo hogar. Llevábamos cinco años casados y, en apariencia, todo iba bien. Guillermo siempre había sido el esposo perfecto: estable, confiable, predecible, seguro. Pero ese día, mientras ordenábamos el armario, algo cambió para siempre. Escuché que se hacía un silencio incómodo, el tipo de silencio que sientes en el estómago antes de que algo muy malo suceda. —¿Qué es esto? —preguntó Guillermo, sosteniendo una vieja caja de zapatos que yo había escondido cuidadosamente al fondo del armario. En cuanto la vi, sentí cómo la sangre subía hasta mi rostro. Era mi caja de Julián, llena de fotos, cartas y pequeños regalos de mi novio de la universidad, mi primer gran amor. Intenté sonar casual, aunque mi mente gritaba que debía haberla ocultado mejor: Oh, eso… solo son cosas viejas de la universidad. Pero Guillermo abrió la caja antes de que yo pudiera impedírselo, y su expresión cambió instantáneamente. Sacó una pila de fotos que mostraban a Julián y a mí en momentos mucho más íntimos de lo que Guillermo jamás debería haber visto. Fotos que específicamente le había prometido destruir antes de casarnos. —Me dijiste que te deshiciste de todo esto —murmuró Guillermo, mientras revisaba boletos de conciertos, tarjetas de cumpleaños y ese pequeño collar plateado que Julián me había regalado en nuestro primer aniversario. Vi cómo se tensaban sus hombros cuando descubrió las cartas escritas a mano. —No es gran cosa —dije apresuradamente, tratando de quitarle la caja—. Solo son recuerdos viejos, no significan nada. Pero incluso mientras lo decía, sabía que no era verdad. Porque, si realmente no significaban nada, ¿por qué los había conservado durante tantos años? Guillermo me miró como si acabara de abofetearlo.