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La construcción de semisumergibles para el transporte de drogas desde Colombia hacia Estados Unidos y Europa está siendo financiada por los carteles Jalisco Nueva Generación y Sinaloa. Las autoridades están en constante búsqueda de estas poderosas máquinas, capaces de transportar hasta 10 toneladas de cocaína a una velocidad constante de 23 kilómetros por hora a ras de la superficie del agua. Este peligroso mercado criminal no solo se limita a Colombia, sino que se extiende a Centroamérica y Europa. La Infantería de Marina en Colombia se adentra en la selva y navega en el océano Pacífico en busca de pistas que los lleven hasta las mafias detrás de estos narcos submarinos. Los narcotraficantes defienden hasta la muerte sus submarinos y la lucha contra el narcotráfico en Colombia es diaria. La construcción de estas máquinas autopropulsadas es principalmente llevada a cabo por criminales mexicanos y colombianos y se ha detectado que el cartel Jalisco Nueva Generación y el cartel de Sinaloa han comprado sus servicios para la construcción de estos submarinos. La droga sale desde el océano Pacífico hacia Centroamérica, cruzando el Océano Atlántico hasta llegar a Europa. Según Luis Sanabria, experto en seguridad y conflicto armado, detrás de todos estos semisumergibles y cargamentos de cocaína existe toda una logística en donde aparecen las famosas "rápidas", botes que se desplazan en medio del mar a altas velocidades tanto de día como de noche. Los cargamentos tienen GPS para ser localizados y en los botes rápidos viajan criminales que reabastecen de cocaína hasta seis veces a los traficantes y de gasolina a los narcos submarinos. Estos submarinos son vestigios de una guerra frontal que libran marinos colombianos y estadounidenses contra el narcotráfico para detenerlos. La casa de botes cargados con coca y sus traficantes es una lucha de crimen organizado transnacional en la que caen no solamente miles de toneladas de coca sino también los autores intelectuales del negocio.