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Epicuro y el Epicureísmo: lecciones de filosofía 5 лет назад


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Epicuro y el Epicureísmo: lecciones de filosofía

#filosofía #cultura #historia Epicuro nació en la Isla de Samos en el 341.a.C., que era una colonia de Atenas, por lo que va a ser considerado un ciudadano plenos derechos atenienses. Su padre era maestro de escuela y su madre oficiaba las artes adivinatorias. Será su progenitor el que despierte en él el conocimiento y lo forme en la edad infantil. Luego, a los 14 años, ampliará su formación con un discípulo de Platón, Pánfilo, que residía en su isla. Será su primer gran acercamiento a la filosofía y a la teoría platónica que más tarde rechazará severamente. A los 18 años estuvo en Atenas haciendo el servicio militar, seguramente será aquí donde entre en contacto con el pensamiento de la Academia y el Liceo. A la vuelta del servicio militar se instala con su familia en COlofón, donde tuvo por maestro al atomista Nausífanes. Nausífanes, que había sido también discípulo de Pirrón, le dejará una gran huella con la teoría del Átomo de Demócrito, aunque parece ser que la relación no acabó bien y Epicuro verterá duras críticas contra su persona. En el 311, con 30 años, abre su primera escuela filosófica en Mitilene, en la isla de Lesbos, que tendrá que cerrar pronto por ciertas disputas que tuvo en la ciudad con los aristotélicos. De allí se muda a Lampsaco donde consiguió abrir otra escuela encontrando discípulos fieles y conociendo a la que será su esposa, Themista. Con 35 años, es decir, en torno al 306 a.C vuelve de nuevo a Atenas, comprando una pequeña casa a las afueras de la polis, en el camino que lleva al puerto del Pireo. Allí, al igual que había hecho Sócrates con la Academia o Aristóteles con el Liceo, fundó su escuela filosófica, conocida como el Jardín. El Jardín era una especie más bien de huerto en el que los filósofos trataban de conseguir una vida alejada del tumulto de la ciudad y centrada en el pensamiento, la amistad y la convivencia serena y tranquila. No obstante en ella también se van a celebrar grandes banquetes. El Jardín se contrapone a la Academia y al Liceo en que no tiene grandes pretensiones educativas, no pretende ser un centro de creación y almacenamiento del conocimiento científico. No se pretende educar en ella futuros gobernantes o producir avances científicos. El Jardín es una escuela donde el saber es usado para alcanzar la felicidad, porque en la ignorancia es donde reside el sufrimiento al perturbar el alma. El Jardín está abierto a todo tipo de personas, lo que choca no sólo con sus dos precedentes, sino que también creará un escándalo público, pues a él asisten grandes miembros de la aristocracia pero a la par esclavos, mujeres, prostitutas o personas sin ninguna formación previa. Todos son bienvenidos al Jardín, porque las bases de la escuela epicureísta son la solidaridad y la amistad entre los miembros. Como el resto de las escuelas, El Jardín también tenía carácter religioso, pero con la diferencia que a quien se le rendía culto era al propio Epicuro. “Obra siempre como si Epicuro te viera” rezaba una de sus máximas. El gran problema para acercarnos hoy a la figura de Epicuro es que de las 300 obras que escribió, nos han llegado muy pocas. Tenemos tres cartas conservadas por Diógenes Laercio: la primera a Herodoto, donde se exponen temas físicos. La segunda a Meneceo, de donde se puede sacar su ética. La tercera es a Pitocles, sobre cuestiones meteorológicas. También contamos con algunas máximas y algunos fragmentos citados por otros autores. El poema del siglo I a.C de Rerum natura de Tito Lucrecio, traducido como la naturaleza de las cosas, es otra de las fuentes fundamentales para acercarnos al pensamiento epicureísta. Para Epicuro todo el mundo debe acercarse a la filosofía. Ella es el único medio para la felicidad. Es el instrumento que ayuda a liberarse del deseo y de las terribles pasiones que vuelven a las personas intranquilas y turban su ánimo. Da igual la edad que se tenga o la condición social de la persona. Se suele hablar de un cuádruple remedio que aporta la filosofía de Epicuro al hombre, el famoso tetrafármaco: 1º. Pretende libertar al hombre de los dioses. Para Epicuro los dioses existen, pero estos al vivir en la felicidad ignoran al ser humano por su insignificancia y permanecen alejados de él, sin intervenir jamás en sus vidas. Es por ello por lo que no hay que tenerles miedo.

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