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Rosa Durán y José Carlos Triguero fueron condenados por matar de dos disparos al empresario Alfonso Triguero Los parricidas de Logrosán y el crimen del día de San Valentín: “¡Me lo han matado!” “¡Hay alguien en casa! ¡Hay alguien en casa!”, gritaba Rosa Durán desesperadamente la madrugada del día de San Valentín al despertarla un tremendo estruendo y el “fogonazo” que iba directo hacia su marido, Alfonso Triguero. Los gritos alertaron al hijo del matrimonio, José Carlos, que salió de la habitación escopeta en mano. Intentaba atrapar al intruso. Sin embargo, no le dio alcance y tan solo avistó un vehículo rojo al que parecía haberse subido. De inmediato, madre e hijo trataron de salvar la vida del hombre taponando la herida para evitar que se desangrara. También llamaron al 112 pidiendo auxilio, una llamada en la que Rosa gritaba desesperadamente: “¡Me lo han matado! ¡Me lo han matado!”. Cuatro meses después del crimen del empresario de Logrosán (Cáceres), la Policía detenía a la viuda y al primogénito por ser los autores del asesinato. Familia de empresarios Esta localidad cacereña de poco más de 2.200 habitantes no dio crédito cuando se enteraron de que Rosa y José Carlos habían sido detenidos como presuntos responsables de la muerte de Alfonso. En Logrosán todos conocían a esta familia de empresarios, cuya vida discurría en el restaurante-asador El Cortijo del Jamón por el que recibieron más de un galardón como mejor empresa de ámbito rural por la Junta de Extremadura. Hijo de un vendedor de trigo y cereales, Alfonso era un emprendedor que se hizo así mismo. Primero montando un supermercado, después abriendo una tienda de jamones y embutidos, pasando por tener un criaderos de cerdos y hasta una discoteca. Finalmente, El Cortijo del Jamón acabó convirtiéndose en su vida. Todo cambió la noche de autos. Aquella víspera del día de San Valentín hacia las tres de la madrugada, los vecinos escucharon un disparo de escopeta de caza proveniente de la casa de los Triguero Durán. Los gritos desgarradores de Rosa alertaron de que algo trágico acababa de ocurrir: un desconocido había asaltado la casa mientras dormían y disparado a quemarropa a su marido en el costado izquierdo. Cuando llegaron los servicios de emergencia la víctima aún seguía con vida e intentó balbucear algo, pero no pudo. Nada pudieron hacer por salvarlo. Falleció en el hospital de Cáceres. “Yo me desperté cuando vi un fogonazo”, declaró Rosa a los investigadores. A lo largo de su relato, la mujer explicó cómo avistó a un desconocido en la casa, gritó para pedir ayuda a su hijo y, pese a que este salió a buscarlo escopeta en mano, no logró detenerlo. Huyó en un vehículo rojo con una mujer rubia en el asiento del piloto. Según la versión de la madre y el hijo, ambos intentaron reanimar a Alfonso. “¡Alfonso, levántate!”, chillaban. Al no poder, taponaron su herida para contener la hemorragia. Tenía el costado izquierdo reventado y los pulmones encharcados. Los gritos de Rosa lo inundaban todo: “¡Me lo han matado! ¡Me lo han matado!”. El perro hacía lo propio con sus insistentes ladridos. Terminaron por encerrarlo en una de las habitaciones. Cuando llegaron las autoridades, varios agentes de la Benemérita se toparon con una vivienda revuelta: los cajones del salón abiertos y todo desperdigado, como si alguien hubiese estado rebuscando algo. Crimen de San Valentín: los cajones estaban revueltos Durante la inspección ocular, la Guardia Civil también encontró en la cocina tres tazas usadas, restos de embutido y un cuchillo. La explicación que dio Rosa fue que alguien les echó droga en la leche y que partieron carne para distraer al canino. Al recoger muestras de posibles huellas dactilares ajenas, el resultado dio negativo. Subiendo las escaleras hacia el primer piso, lugar donde se produjo el crimen y donde se encontraba el dormitorio del matrimonio, los agentes localizaron un cartucho de escopeta percutido del calibre 12. Justo antes de entrar a la habitación, también hallaron una escopeta de caza marca Benelli con el seguro puesto. Esta era propiedad del novio de la hija Ana y que José Carlos utilizó en una montería el día anterior. El muchacho les especificó que tenía previsto devolvérsela a su dueño al día siguiente. Crimen de San Valentín: la Policía encuentra un cartucho azul En el interior del dormitorio principal, la ventana permanecía cerrada y con la persiana bajada sin signo alguno de haber sido forzada. Siguiendo con la inspección ocular, la Policía recogió un segundo cartucho azul de debajo de la cama. Tiempo después se demostró que tenía una huella: la de la viuda. Además de la habitación del matrimonio, los investigadores hicieron lo propio con la del hijo. Allí localizaron aparte de la citada escopeta, otras dos armas y varias cajas de cartuchos en una de las estanterías. Algunos de ellos eran de color azul, como los encontrados cerca de la víctima. #documental #crimen #españa