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“En pleno corazón de Viena se alza uno de los palacios más imponentes de Europa: el Hofburg. Durante más de seis siglos fue el centro de poder de los Habsburgo, un laberinto de salones dorados, escaleras imperiales y protocolos infinitos. Pero entre sus muros también vivió una mujer que no encajaba. Una emperatriz que amaba la libertad más que el trono. Su nombre: Elisabeth de Baviera, pero todos la conocen como… Sissi.” ¿Quién fue Sissi? Elisabeth Amalie Eugenie nació el 24 de diciembre de 1837 en Múnich. Creció libre, entre lagos y montañas, lejos del rígido mundo de las cortes. A los 15 años, acompañó a su madre y su hermana a la corte austriaca para que su hermana se comprometiera con el joven emperador Francisco José I. Pero el emperador rompió el protocolo: no eligió a la prometida, eligió a Sissi. Se casaron un año después, y ella se convirtió en emperatriz de Austria… a los 16 años. El Palacio Hofburg: su jaula dorada El Palacio Hofburg se convirtió en su residencia oficial. Pero para Sissi, más que un hogar, fue una prisión. Las reglas eran estrictas. Su suegra, la archiduquesa Sofía, controlaba todo: incluso le arrebató a su hija recién nacida. No podía decidir nada. Ni su ropa, ni la educación de sus hijos, ni sus horarios. Aquí, en estos salones dorados, Sissi empezó a marchitarse. Tragedias en Hofburg Perdió a su primera hija, Sofía, a los dos años. Su único hijo, el archiduque Rodolfo, se suicidó en el famoso Pabellón de Mayerling. A raíz de esto, Sissi se vistió de negro para siempre. Apenas pasaba tiempo en el Hofburg: viajaba constantemente, obsesionada con la soledad, la belleza y el ejercicio físico. Tenía un gimnasio privado en el palacio, un columpio de entrenamiento, espejos cubiertos porque no soportaba ver envejecer su rostro… y escribía poesía oscura, a menudo dentro de estas mismas habitaciones. Una muerte profetizada Sissi vivía con la sensación de que su final sería trágico. Lo escribió muchas veces en sus diarios. Y tuvo razón. El 10 de septiembre de 1898, mientras paseaba por Ginebra, fue asesinada por un anarquista con una lima de afilar. Murió sin entender lo que había pasado, y su figura se volvió leyenda. Su legado en el Hofburg Hoy, el Hofburg conserva el Museo de Sissi. Allí puedes ver: Sus vestidos, Sus joyas, Sus cartas, Sus objetos de viaje, Y sus retratos… que solo permitió pintar cuando era joven, para que el mundo la recordara en su esplendor.