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EXPOSICIÓN DE LOS VERSÍCULOS 1 AL 8 Estos primeros ocho versículos están relacionados con la contemplación de la bienaventuranza que resulta de guardar los estatutos del Señor. La comunión de corazón con Dios se goza por medio del amor a esta Palabra, que es la manera de Dios de comunicar con el alma por medio de su Espíritu Santo. Es de desear que el lector sienta el fervor derramado sobre los versículos a medida que avance: entonces empezará como lector, pero pronto se inclinará como suplicante; su estudio pasará a ser un oratorio, y su contemplación enfervorizará en adoración. Vers. 1. Bienaventurados. La verdadera religión no es fría ni seca; tiene sus exclamaciones y arrobamientos. No sólo creemos que el guardar la ley de Dios es algo sabio y apropiado, sino que estamos enamorados con ardor de su santidad, y exclamamos con asombro y adoración: «¡Bienaventurados los perfectos!», indicando con ello que estamos ansiosos de llegar a serlo nosotros y no deseamos mayor felicidad que ser perfectamente santos. Tal como David empieza de este modo su Salmo, así también deberían los jóvenes empezar sus vidas, los nuevos convertidos comenzar su profesión, y así deberían todos los cristianos empezar cada día. Establece en tu corazón como un primer postulado y una regla segura de ciencia práctica que la santidad es la felicidad. ¡Cuán fácilmente entra la contaminación en nosotros, incluso en nuestras cosas santas! Incluso podemos regresar del culto, público o privado, habiendo sido contaminada nuestra conciencia en el mismo momento en que estábamos de rodillas. La vida santa es un caminar, un progreso firme, un avance tranquilo, una continuidad persistente. Enoc anduvo con Dios. Los hombres buenos siempre anhelan hacer las cosas mejor, y por ello prosiguen adelante. Los hombres buenos nunca están ociosos, y por ello no se recuestan a la sombra o van dando vueltas, sino que caminan en rectitud hacia la meta deseada. No tienen prisa, no se desazonan, no se desconciertan, y así mantienen el paso siempre igual, avanzando seguros hacia el cielo. El camino puede que sea áspero, severa la regla, estricta la disciplina -todo esto lo sabemos, y más aún-, pero hay mil bienaventuranzas esperadas o ya presentes en una vida piadosa, por las cuales bendecimos al Señor. En este versículo vemos a personas bienaventuradas que disfrutan de cinco cosas dichosas: un camino bienaventurado, una pureza bienaventurada, una ley bienaventurada, concedidos por un Señor bienaventurado, y una senda bienaventurada; a lo cual podemos añadir el bendito testimonio del Espíritu Santo dado en este mismo pasaje, por lo que estas personas son verdaderamente bendecidas por el Señor.