У нас вы можете посмотреть бесплатно Me hizo Tanto DAÑO que Dejé de Amarlo. Me Cambié de UNIVERSIDAD pero un Día Apareció Allí y... или скачать в максимальном доступном качестве, видео которое было загружено на ютуб. Для загрузки выберите вариант из формы ниже:
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El vigésimo día de la guerra fría entre Andrés y yo, él publicó una foto en Instagram, tomada mientras sostenía la mano de la belleza del campus. Silenciosamente, cambié mis elecciones de universidad a una escuela en la Ciudad A, a kilómetros de distancia. En una fiesta, uno de sus amigos me provocó: —Regina, si no haces las paces con él pronto, Andrés podría realmente terminar con otra persona. Susurré una disculpa: —Lo siento. Andrés curvó los labios y respondió: —Olvídalo. —Prepara tus cosas. Mañana nos iremos a la escuela juntos —dijo. Asentí distraídamente. Andrés no sabía que ya había comprado un boleto para el autobús nocturno, con destino a la Ciudad A. Soy la hija de la ama de llaves de su casa. Cuando tenía siete años, me mudé a una pequeña habitación en el primer piso de su hogar. Mi trabajo consistía en atender cada una de sus necesidades. Durante diez años, Andrés se convirtió en una tarea, grabada en lo más profundo de mis huesos. Siempre fui obediente y educada, lo que me valió frecuentes elogios de su madre. Sin embargo, Andrés me despreciaba. La primera vez que nos conocimos, él estaba de pie en las escaleras, vestido con una camisa blanca y pantalones cortos a medida, luciendo tan refinado como una muñeca de porcelana. Yo llevaba un vestido gris y desgastado, con agujeros, observando todo a mi alrededor con una mirada vacía. El desdén en sus ojos era inconfundible. Madam me presentó diciendo: —Esta es Regina, la hija de Amanda. Su padre desapareció, y no tiene a dónde ir. Amanda la trajo aquí. Andrés no dijo nada y subió las escaleras. Madam me informó que mi trabajo sería cuidar de Andrés. Mi madre me recordó que la familia era especial y que no era fácil que me dejaran quedarme allí. Me aconsejó hablar poco, trabajar mucho, y nunca hacer enojar a Andrés. Sabía que a él no le agradaba, así que intenté volverme invisible. Silenciosamente, le ayudaba a organizar su ropa y a ordenar su habitación. Durante los primeros tres meses, Andrés no me dirigió ni una sola palabra.