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¿Alguna vez has sentido que aferrarte a algo te causa más dolor que soltarlo? En el budismo, aprender a dejar ir no es una debilidad, sino una forma profunda de sabiduría. Esta práctica no significa renunciar al mundo, sino liberarse del sufrimiento que nace del apego. En este vídeo, descubrirás cómo soltar lo que ya no te sirve puede abrir espacio para la paz y la claridad interior. A través de 9 enseñanzas budistas, exploraremos el arte de dejar ir con compasión y conciencia. Antes de empezar, dale me gusta al vídeo y suscríbete al canal para que no te pierdas nuestros nuevos vídeos. Enseñanza 1. Dejar ir: camino hacia la liberación emocional. Imagina que sostienes una piedra caliente en la mano. Cuanto más tiempo la agarres, más te quemarás. Así son las emociones dolorosas: si nos aferramos, el sufrimiento crece. El budismo enseña que liberarse no es ignorar el dolor, sino soltar la necesidad de controlarlo. La paz llega cuando aceptamos que algunas cosas no dependen de nosotros. Aferrarse es como cargar una mochila llena de piedras mientras caminas. Cada resentimiento, cada miedo, pesa más de lo necesario. ¿Por qué no dejarla en el suelo? Dejar ir no es rendirse, es elegir avanzar ligeros. La vida fluye cuando soltamos lo que ya no nos sirve. La liberación empieza con un simple acto: abrir las manos. Muchos piensan que soltar es sinónimo de perder. En realidad, es ganar espacio para lo nuevo. Las emociones negativas ocupan lugar en el corazón, como invitados que se quedan demasiado tiempo. ¿Qué tal si les abrimos la puerta con amabilidad? El budismo recuerda que todo es temporal, incluso la tristeza. Dejarla ir es honrar su paso, sin retenerla. Observa cómo los árboles dejan caer sus hojas en otoño. No forcejean, no se resisten. Confían en que, al soltar, renacerán en primavera. Nosotros también tenemos ciclos: a veces guardamos cosas "por si acaso", pero ese miedo nos estanca. La liberación emocional es como ese árbol: soltar con confianza, sabiendo que la vida sigue. ¿Has visto cómo el agua de un río nunca se detiene? Si tiras una hoja, la corriente se la llevará. Nuestras emociones pueden ser como esa hoja: en vez de retenerla en la orilla, déjala fluir. El budismo nos invita a ser como el agua, que no se aferra ni juzga. La verdadera libertad está en no anclarse a lo que ya pasó. A veces, soltar duele porque confundimos el apego con el amor. "Si dejo de enojarme, ¿significa que no me importa?" No. El amor verdadero no necesita cadenas. Liberar emociones tóxicas es un acto de compasión, hacia uno mismo y hacia los demás. Como enseñan los monjes: "No es egoísta soltar; es necesario para sanar". Piensa en la última vez que te aferraste a un pensamiento negativo. ¿Qué ganaste? Quizás solo más cansancio. El budismo compara la mente con el cielo: las nubes (emociones) vienen y van, pero el cielo siempre está libre. No luches contra las nubes; obsérvalas y déjalas pasar. La calma está en recordar que tú eres el cielo, no la tormenta. Dejar ir también es soltar expectativas. Esperar que las personas o la vida sean como imaginamos es fuente de frustración. En vez de exigir, agradece lo que llega. Esta enseñanza budista no pide indiferencia, sino flexibilidad. Como el bambú, que se dobla pero no se rompe: así es el corazón que sabe liberar. Practicar el desapego no significa volverse frío. Al contrario, es amar sin condiciones, sin querer poseer. Imagina abrazar a alguien con los brazos muy tensos: el otro se sofoca. Lo mismo pasa con las emociones. Soltar es abrazar la vida con manos abiertas, dejando espacio para respirar. Así se vive en libertad. Hoy, prueba un ejercicio simple: identifica una emoción que te pese—rencor, miedo, culpa—y visualízala como un objeto. Puede ser una piedra, un nudo, o una carta antigua. Ahora, imagina dejarlo en un río o enterrarlo con gratitud. No lo destruyas; despídete. El budismo llama a esto "practicar la impermanencia". Verás cómo el corazón se aligera. 💡 ¡SUSCRÍBETE! 💡 ¡ME GUSTA! 💡 ¡COMPARTE! #budismo #buda #filosofíabudista