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La vida puede estar llena de altibajos, momentos de alegría y desafíos que ponen a prueba nuestra paciencia y equilibrio. Pero, ¿y si existiera un camino para encontrar la calma y la positividad, incluso en medio del caos? El budismo, con sus enseñanzas milenarias, ofrece herramientas poderosas para transformar la manera en que manejamos las emociones y los obstáculos del día a día. En este vídeo, exploraremos 10 enseñanzas budistas que pueden ayudarte a cultivar serenidad y una visión más positiva de la vida. Antes de empezar, dale me gusta al vídeo y suscríbete al canal para que no te pierdas nuestros nuevos vídeos. Enseñanza 1. Aprende a identificar los momentos de ira, ansiedad y calma. La ira y la ansiedad son emociones que todos experimentamos, pero no siempre sabemos cómo manejarlas. Imagina que tu mente es como un lago: a veces está tranquilo, y otras veces las olas lo agitan. Cuando sientes ira, es como si una piedra grande cayera en el agua, creando ondas que lo revuelven todo. La ansiedad, en cambio, es como una brisa constante que mueve la superficie, sin dejarla en paz. Aprender a identificar estos momentos es el primer paso para recuperar la calma. ¿Cómo saber cuándo estás enfadado? Fíjate en tu cuerpo: el corazón late más rápido, las manos se tensan y la respiración se acelera. La mente se llena de pensamientos que parecen no parar, como una voz que grita sin cesar. La ira no es mala en sí misma, pero si no la controlas, puede hacer daño. Es como un fuego: útil si lo usas para cocinar, pero peligroso si se descontrola. Observar estos signos te ayudará a actuar antes de que sea demasiado tarde. La ansiedad es más sutil, pero igual de poderosa. A veces ni siquiera te das cuenta de que está ahí, pero se manifiesta en preocupaciones constantes o en la sensación de que algo malo va a pasar. Es como llevar una mochila llena de piedras: no ves las piedras, pero sientes su peso. Cuando aprendes a reconocerla, puedes empezar a soltar esas piedras una por una. La clave está en no juzgarte por sentirla, sino en aceptarla como parte de la vida. La calma, en cambio, es como ese momento en el que el lago está perfectamente quieto. Todo parece más claro, y puedes ver hasta el fondo. En este estado, las decisiones son más sabias y las emociones no te dominan. Pero la calma no siempre llega sola; a veces hay que buscarla. Respirar profundamente, cerrar los ojos, o simplemente observar tus pensamientos, sin aferrarte a ellos son formas de invitarla a quedarse. Es como limpiar el agua turbia hasta que vuelve a ser transparente. En el budismo, se dice que las emociones son como nubes en el cielo. A veces son oscuras y tormentosas, pero el cielo siempre está ahí, limpio y sereno, detrás de ellas. La práctica de la meditación te ayuda a recordar que tú eres el cielo, no las nubes. Observar tus emociones sin dejarte llevar por ellas es una forma de conectar con esa calma interior. No se trata de eliminar la ira o la ansiedad, sino de entenderlas y dejarlas pasar. Imagina que estás viendo una película muy intensa. Si te identificas demasiado con los personajes, vivirás sus emociones como si fueran tuyas. Pero si recuerdas que solo estás viendo una película, podrás disfrutarla sin sufrir. Lo mismo ocurre con tus emociones: si te das cuenta de que son temporales, como escenas de una película, será más fácil no quedarte atrapado en ellas. Este es el poder de la atención plena. ¿Sabías que el Buda enseñó que la ira es como agarrar un carbón caliente con la intención de tirárselo a alguien? Al final, quien termina quemado eres tú. Por eso, identificar la ira a tiempo es crucial. No se trata de reprimirla, sino de entender por qué surge y cómo manejarla. A veces, simplemente contar hasta diez antes de actuar puede marcar la diferencia entre un momento de conflicto y uno de comprensión. La ansiedad, por su parte, a menudo surge del miedo a lo desconocido. Es como caminar por un camino oscuro sin linterna: la mente empieza a imaginar monstruos donde no los hay. Una forma de calmarla es enfocarte en el presente. Pregúntate: "¿Qué está pasando en este momento?" La mayoría de las veces, te darás cuenta de que no hay nada que temer. El presente es tu linterna en la oscuridad. La calma no significa ausencia de emociones, sino equilibrio. Es como ser el capitán de un barco en medio de una tormenta: las olas pueden ser altas, pero tú sabes cómo mantener el rumbo. Con práctica, aprenderás a navegar por las emociones sin naufragar. Y recuerda, incluso los monjes más experimentados tienen días de tormenta. Lo importante es no rendirse. 💡 ¡SUSCRÍBETE! 💡 ¡ME GUSTA! 💡 ¡COMPARTE! #budismo #buda #filosofíabudista