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Jornada de estrenos, por la nueva adquisición de la recién sacada al mercado de la GoPro 12, donde seguramente mejoraremos mucho en cuanto a la calidad de las fotografías y vídeos; y por la compañía de una nueva expedición. Para dichos estrenos elegimos el auténtico corazón verde de nuestra Sierra de Aracena y Picos de Aroche, el río Múrtigas, el cual nace en la fuente de los doce caños de Fuenteheridos y desemboca en tierras portuguesas, en concreto en el río Ardila, siendo un subafluente del río Guadiana y un afluente del río Caliente. Dicho río transcurre por varios términos municipales, y nosotros visitamos los tramos comprendidos entre Galaroza y La Nava. El primer objetivo que nos marcamos fue ascender al puerto de las Encinas, situado a 659 metros sobre el nivel del mar. Para ello iniciamos en la aldea de Las Chinas, una aldea compartida por los municipios que hemos nombrado anteriormente. Así, caminamos varios kilómetros sobre una vía forestal en la cual tuvimos que atravesar varias cancelas (todas sin candados), mientras observábamos varios cerros a nuestro alrededor. Una vez coronado el puerto, nos topamos con un vértice geodésico que lleva el nombre de dicho puerto. Más adelante nos topamos con unos peñascos escarpados que reciben el nombre de riscos, y estos que parecen que tienen forma de frailes, son conocidos como los riscos del Fraile. Muy próximo nos encontramos con un sendero que nos condujo al protagonista de la ruta, el río Múrtigas. Comenzó nuestro segundo objetivo, el cual fue mucho más aventurero y salvaje. El punto de inflexión fue la presa Gaspar, donde tuvimos la suerte de verla y oírla mientras desayunamos. Era el momento de remangarse los pantalones o de quedarnos en calzonas, ya que a partir de entonces la ruta fue río a través y a contracorriente. El río no es que llevara mucha agua, aunque algún que otra poza nos encontramos para remojarnos a unas horas de la mañana que la temperatura aumentó. Aún así, la mayor parte del río fue bajo la sombra que cobijaba la frondosa vegetación como los chopos, alisos, olmos, enredaderas y zarzas que nos dificultaron en algún que otro momento su travesía. Siguiendo el río nos topamos con la junta de los ríos Caliente y Múrtigas, y además nos encontramos las tradicionales “pasaeras”, que son esas piedras alineadas en el ancho del río para atravesar su cauce, un túnel y algunas ruinas de viejos molinos de agua. A medida que avanzamos el río llevaba más caudal, encontrándonos más y más pozas junto con algunas cascadas dignas de observar e inmortalizar en medio de esa hermosa jungla alejada de la civilización. Más adelante nos cruzamos con la antigua central hidroeléctrica “El Salto” que daba luz a las poblaciones del entorno. Seguidamente vimos a nuestra derecha una pequeña dehesa repleta de vacas que nos miraban con una mirada algo intimidatoria y sortear una vieja alambrada, que seguramente esté situada ilegalmente, para seguir por un río con poco caudal y con estampas maravillosas por las continuas rocas y vegetación que cae hacia el propio río. Y llegamos, llegamos a la auténtica joya del Múrtigas, el Salto de la Olla, unas bellas cascadas que caen de forma escalonada que forman unas piscinas naturales que llaman al aventurero a disfrutarlas con buenos baños y a inmortalizarlas con nuestra cámara, y es que a pesar de que ya hayamos comenzado el otoño, nos cuesta decir adiós al verano. Tras este obligatorio parón, escalamos dichas cascadas con bastante precaución para seguir el río arriba y llegar a un bien conservado puente medieval. Parecía que la aventura ya había terminado, pero no, nos encontramos nuevas cascadas con espectaculares caídas de agua acompañadas que decidimos escalar para disfrutar de grandes estampas del río y alcanzar el puente del infierno, por donde ascendimos a la carretera que nos llevó al punto de inicio de este pedazo de rutón.