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Carlos Sánchez Berzaín entrevistado por José Gregorio Martínez en Panampost: Bolivia se aproxima a una elección crucial en la que Jorge “Tuto” Quiroga y Rodrigo Paz disputarán la segunda vuelta. La verdadera pregunta no es quién gane, sino qué hará el ganador. ¿Será el presidente que restituya la república democrática o se convertirá simplemente en el cuarto administrador del “Estado Plurinacional”, un sistema que funciona como una dictadura satélite del socialismo del siglo XXI bajo control de Cuba y Venezuela? Desde el golpe de Estado al gobierno democrático de Sánchez de Lozada, la antigua Constitución boliviana en 2003 y su posterior reemplazo por un marco legal falsificado bajo Evo Morales, el país vive bajo un régimen autoritario diseñado para garantizar impunidad y perpetuidad en el poder. La sustitución de los órganos judiciales y electorales por entidades controladas por el oficialismo consolidó un sistema de “dictadura electoralista”: el ciudadano vota, pero no elige. Aunque la ruptura entre Evo Morales y el actual presidente Luis Arce permitió que candidatos opositores lleguen a la segunda vuelta, el poder real sigue en manos del socialismo del siglo XXI. Incluso si gana Quiroga o Paz, Morales mantendría influencia desde su bastión cocalero, y el aparato judicial y legislativo continúan controlados por esa estructura. El próximo presidente tendrá solo dos caminos: el continuismo —convertirse en el jefe del narcoestado y mantener intacto el sistema plurinacional— o el cambio radical, que implicaría restaurar la Constitución republicana de 1994 mediante un decreto, anular amnistías y someter a juicio a los responsables de corrupción, narcotráfico y persecución política. Lo lamentable es que ninguno de los candidatos hable con claridad sobre desmontar el sistema dictatorial, limitándose a promesas económicas superficiales. Bolivia necesita un “Lenín Moreno” boliviano —alguien surgido del propio sistema pero dispuesto a romper con él— o incluso un “San Pablo” político que haga una conversión histórica. El desenlace no solo será determinante para Bolivia, sino para toda la región. Estados Unidos, bajo una nueva doctrina de seguridad nacional, avanza contra los regímenes narcoterroristas y, si cae Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia serán los próximos en enfrentar presiones. El futuro boliviano podría definirse no solo en las urnas, sino en el reacomodo geopolítico continental. Así, la elección que se avecina no es simplemente un cambio de presidente, sino la posibilidad —o la última oportunidad— de cambiar de sistema.