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Paul Newman realmente lo ODIABA más que a nadie En las luminosas y a menudo engañosas colinas de Hollywood, existe un panteón de deidades cinematográficas, y pocos brillan con la pureza y el esplendor de Paul Newman. Durante décadas, el público lo conoció como el epítome de la perfección, el caballero de los ojos azules y la sonrisa impecable. Era un ideal viviente, una estrella sin una sola mancha. Sin embargo, como bien saben aquellos que han mirado más allá de la superficie, la realidad rara vez es tan pulcra. El Newman que el mundo idolatraba era solo la mitad de la historia. Detrás de esa fachada de porcelana, había un hombre de aristas, difícil de complacer y con una lista personal de ocho almas que jamás perdonaría. Y en esa lista, los nombres resonaban como truenos, no solo figuras de renombre, sino titanes de la industria que se enfrentaron a él línea por línea, un libertino que podía seducir a diez amantes en una noche, y uno cuyo destino trágico se selló por un fetiche grotesco. Lo que sigue a continuación no es un simple recuento, sino un descenso a las profundidades de la vanidad, la traición y la autodestrucción, revelando verdades que pondrán a prueba la percepción que tenías de estos íconos. 1. Marlon Brando: El depredador de mujeres de color y la bestia desatada Si Paul Newman era el faro de la disciplina y el autocontrol, Marlon Brando era su antítesis. Era un genio sobre el escenario, un revolucionario que con Un tranvía llamado Deseo redefinió lo que significaba actuar. Su presencia era magnética, cruda, electrizante. Pero fuera del set, era un huracán de caos. Para los equipos de filmación, Brando era una pesadilla. Su temperamento era volcánico, su lenguaje soez, y no era raro verlo escupir o destrozar cristales del estudio si algo no le gustaba. Newman, con su temple sereno, tuvo la desgracia de presenciar uno de los espectáculos más lamentables de Brando. Justo antes de que las cámaras rodaran, el actor, embriagado hasta la médula, se desplomó en el suelo y vomitó. Newman relataría después con una mueca de asco: "Fue una imagen que jamás olvidaré. El hedor por sí solo casi me deja inconsciente". Aunque sus matrimonios legales fueron solo tres, la verdadera leyenda de Brando se forjó con una asombrosa cantidad de amoríos. Se decía que podía acostarse con diez modelos a la vez, actrices, bailarinas y cualquier fan que se cruzara en su camino. Los directores estaban exasperados. Un productor se quejó una vez de que Brando podía abandonar el set con el guion a medias, pero siempre se iría con una "belleza de piel morena" del brazo. Pero lo que realmente conmocionó a Hollywood fueron los rumores sobre sus aventuras homosexuales. Brando se declaró "ilimitado" y su nombre se vinculó a figuras como James Dean, Rock Hudson, e incluso Marvin Gaye. Para algunos, esta honestidad lo hacía audaz; para otros, despreciable. Para Newman, un hombre disciplinado y devotamente fiel a su esposa, Joanne Woodward, Brando representaba todo lo que detestaba.