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Oración al Ángel de la Guarda: para sentir paz y protección cada día

¿Te has sentido perdido, cansado o sin fuerzas para seguir? 🌙 Esta Oración al Ángel de la Guarda está pensada para acompañarte en los momentos de incertidumbre, miedo o soledad. 🙏✨ Dedica unos minutos a rezarla con calma, deja que cada palabra toque tu corazón y permite que tu ángel te cubra con su luz y protección. 🌟 Que esta oración te ayude a reencontrar la paz interior, la confianza en Dios y la fuerza para afrontar cada día con esperanza. 🎧 Puedes escucharla al despertar, antes de dormir o cuando necesites sentirte acompañado. 💫 No estás solo: tu ángel siempre está contigo, guiándote y recordándote que el amor divino nunca te abandona. 👉 Suscríbete para más oraciones y momentos de reflexión espiritual. 🙏 Comparte este video con quien necesite un poco de paz hoy. #Oración #ÁngelDeLaGuarda #Fe #PazInterior #ProtecciónDivina #OracionesDiarias #Esperanza Ángel de mi guarda, compañero fiel y guardián constante, te doy gracias por estar conmigo desde el primer aliento de mi existencia. Gracias por cuidar mis pasos cuando apenas aprendía a caminar, por acompañarme mientras descubría el mundo y aprendía a distinguir el bien del mal. Te agradezco porque has velado por mí cuando el miedo me paralizaba, cuando la duda me envolvía y cuando me faltaba sabiduría. Gracias porque nunca te has cansado de mis debilidades y sigues guiándome, aun cuando me pierdo o cierro el corazón a la voz de Dios. Hoy te pido, con todo mi ser, que permanezcas cerca. Quédate a mi lado cuando amanece el día y cuando cae la noche; cuando trabajo y cuando descanso; cuando me encuentro rodeado de personas y cuando me quedo solo con mis pensamientos. Guíame por caminos que sean seguros para mi alma y provechosos para los demás. Fortalece mi paciencia cuando las pruebas me superan, enséñame humildad en los logros y esperanza en los fracasos. Quiero caminar por la vida con valentía, pero a veces me asusta lo desconocido. Tú, mi ángel, sé la luz que ilumina mi sendero cuando todo parece oscuridad. Levántame cuando tropiezo, sosténme cuando dudo del bien, cuando las tentaciones parecen más fuertes que mi voluntad. No permitas que el orgullo o el egoísmo me aparten de Dios ni de los seres que me ha confiado. Protégeme del mal, no solo de lo que puede herir mi cuerpo, sino también de aquello que envenena el corazón: la ira, la envidia, la intención impura, el miedo que roba la paz. Líbrame de las palabras que pueden herir antes de que lleguen a mis labios. Cuando la tentación se acerque, susúrrame al corazón una advertencia suave y recuérdame que he sido llamado al amor y al bien. Ayúdame a reconocer la verdad y a elegir siempre lo que conduce a Dios. Llena mi mente de claridad para que no me encierre en el dolor ni en la duda. Enséñame a agradecer cada día, cada instante y cada encuentro. Recuérdame que en todo momento puedo descubrir señales de la presencia divina: en una sonrisa, en el silencio de la oración, en los pequeños gestos que devuelven esperanza. Quédate conmigo en los momentos de soledad. Cuando nadie comprenda mis inquietudes, recuérdame que no estoy solo, que tú estás aquí —silencioso, paciente, constante—. Dame valor para pedir ayuda cuando caigo y humildad para aceptar el apoyo de quienes desean acompañarme. Te pido también, mi guardián, que protejas a quienes son importantes en mi vida. Cuida su salud, sus corazones y sus almas. Defiende nuestros lazos del orgullo, del enojo y de la indiferencia que enfría el amor. Inspírame para ser una persona bondadosa y atenta, para que a través de mis actos fluya la bondad que tú me enseñas. Cuando lleguen las dificultades y el desaliento, enséñame a confiar en la Providencia divina. Ayúdame a creer que cada experiencia tiene un propósito, aunque ahora no lo comprenda. Derrama paz en mi corazón cuando todo parezca perder sentido. Ángel de la guarda, te ruego que no me dejes en la hora de la prueba: cuando llegue el dolor, la enfermedad, cuando el cuerpo se debilite y el espíritu se canse. Que tu presencia me dé valor y esperanza. Y cuando llegue el último día de mi vida, condúceme sin miedo por el camino hacia la eternidad. Tómame de la mano y acompáñame a encontrarme con Dios en la paz y el amor, sin temor a que algo me separe de Él. Tú, que conoces mis flaquezas y aun así permaneces a mi lado como amigo fiel, gracias. Gracias por no abandonarme cuando me decepciono a mí mismo. Gracias por ser testigo de mis oraciones, de mis lágrimas y de mis alegrías. Guíame cada día. Defiéndeme cuando el mal intente acercarse. Inspírame a hacer el bien que puedo realizar. Que, con tu silenciosa presencia, mi vida se transforme en un camino hacia la verdad, la paz y la plenitud del amor. Amén.